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Foto: José Lores |
A raíz de la derrota del pasado sábado en Las Palmas, las
luces de alarma se han encendido en el entorno del Real Club Celta. La visita a
Huesca, un partido más una semana atrás, parece haberse convertido en una
auténtica final. Ciertos sectores de la afición, con una tendencia general a
pasar de la euforia al pesimismo en apenas 90 minutos, vive estos siete días
con cierto escepticismo, ansiando saber si el tropezón del otro día es un hecho
aislado o el inicio de una nueva debacle. Incluso desde la propia plantilla,
voces autorizadas como la de Quique De Lucas han catalogado el encuentro como
muy importante, habida cuenta de lo complicado que sería psicológicamente
encajar dos derrotas consecutivas tras la experiencia del año pasado.
Sin embargo, los
números dicen que el del Alcoraz no es ni mucho menos un encuentro que admita
el calificativo de final. Cierto es que una victoria sería muy importante,
pero, y sobre todo tras la oportunidad perdida por Valladolid y Almería para
recortar puntos, otro pinchazo tampoco sería el fin del mundo. Recordemos que
el Celta ostenta ahora mismo un colchón de dos partidos sobre el tercer
clasificado. Además, si el enfrentamiento de los celestes se puede considerar
como muy complicado, mismo adjetivo merece el del Almería a Las Palmas y el del
Valladolid a Soria.
Por ello, no
debería cundir el pánico si la suerte no acompaña en la localidad aragonesa. Lo
cierto es que el ascenso celeste pasa más que nunca por su estadio. El equipo
vigués cuenta de aquí a final de temporada con siete encuentros ante su
público, donde se está mostrando muy fiable. Villarreal B, Deportivo, Barcelona
B, Alcorcón, Alcoyano, Xerez y Córdoba tendrán que visitar Balaídos en los
próximos dos meses y medio. De conseguir un pleno, el Celta alcanzaría la cifra
de 79 sin necesidad de arañar ningún punto a domicilio, puntuación que ha
valido el ascenso a la mayoría de los equipos en los últimos años.
Así pues, el
calificativo de final quizás debiera reservarse para los partidos de casa. Ahí
es donde el Celta no debe admitir ninguna concesión, pues, logrando la machada
de ganarlo todo, el ascenso estaría prácticamente en la mano. Por eso, cada
encuentro como visitante debe encararse como una oportunidad para reducir la
carga de trabajo. Todo lo que se gane fuera no será necesario lograrlo en
Balaídos. Venciendo a domicilio, el Celta se podría permitir algún que otro
pinchazo en su feudo, donde también recibirá a rivales de enjundia como
Deportivo o Córdoba. En resumen, final puede ser la del domingo 30 ante el
filial amarillo. Lo de este sábado debe entenderse como una oportunidad para
ganarle algún kilómetro más al camino.
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