La fortuna se quedó en el Tourmalet


Foto: LOF

No hay competición más justa que el torneo de la regularidad. La suerte y su inversa acostumbran a sucederse a lo largo de sus nueve meses de duración, por lo que al final del campeonato cada equipo tiende a ocupar el lugar que le corresponde en la clasificación. Hace unas semanas, el buen hacer del Celta vino acompañado de esas pequeñas dosis de suerte que en los momentos clave hacían decantar la balanza a su favor. Las expulsiones de Elche o el gol de Joan Tomás en Valladolid son claras evidencias de que el Celta, además de hacer méritos para alcanzar el éxito, recibía un empujoncito de los dioses en los momentos difíciles.

Pues bien, parece que ahora la dinámica ha cambiado. Ya en Gran Canaria, donde los de Paco Herrera es verdad que hicieron un mal encuentro, la fortuna no acompaño al Celta, ni el plano arbitral ni tampoco al principio de la segunda mitad, donde tres disparos al poste echaron por tierra el conato de remontada. Ayer en Huesca ocurrió algo similar. Similar que no igual, ya que este Celta fue muy distinto al de siete días atrás. Los vigueses se comportaron como su condición en la tabla clasificatoria exige, dominando el encuentro a través del balón y sometiendo a su rival, aunque mostrándose incapaces de cumplir con su mejor virtud: el gol.
   
Nadie puede decir que el Celta realizó un mal partido en el Alcoraz. Los celestes salieron enchufados desde el principio y bien pudieron ponerse en ventaja de no ser por la alianza de Luís García con la madera. La injusticia del gol local, en la primera aproximación de los oscenses, afectó, aunque pronto los vigueses se hicieron con las riendas del choque. Ya en la segunda mitad, con un excelso Joan Tomás en el campo, el dominio fue total. Sólo la mala puntería, personificada en la figura de David Rodríguez, evitó una remontada que por fútbol debía haber llegado. El partido del delantero talaverano, sorprendente apuesta de Paco Herrera, fue una absoluta ejemplificación de sus virtudes y defectos: sobresaliente en el desmarque y con una extraordinaria capacidad para generar ocasiones, pero lamentable en la definición. Definición que sí tuvo Joan Tomás, espectacular durante los 45 minutos que estuvo en el campo y de matrícula de honor en un gol  que estará en los resúmenes de final de temporada.
   
Se prevé una semana larga en Vigo. Los adivinos y pitonisas ya han comenzado a funcionar y parece que las estrellas pronostican una nueva debacle del Celta. No hay motivos para ello, al menos de momento. Sigue vigente la teoría de que el ascenso pasa por ganar lo de casa, algo que permitiría alcanzar la cifra de los 80 puntos. Ganar el próximo domingo al Villarreal B se convierte ahora en una obligación, pero no hay razón alguna para pensar en que no se puede conseguir. El Celta ha tropezado dos semanas consecutivas, pero lo ha hecho de manera muy distinta. En las islas perdió el fútbol y ayer logró recuperarlo. Sólo falta  que regrese ese puntito de suerte que quedó olvidada en el Tourmalet y es muy probable que las victorias vuelvan a llegar. Confianza.

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