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Foto: Cordoba Deporte |
Nunca entenderé qué
se le pasa por la cabeza al técnico catalán en este tipo de encuentros. La
sensación que da es la de que lo fía todo a conservar un resultado durante los
tres primeros cuartos del partido e intentar rematar en los instantes finales.
El problema surge cuando, por el camino, el equipo vigués se encierra en su
guarida, otorga el total y absoluto control del partido al rival y se dedica a
achicar balones una vez sí y otra también. Costó ver una jugada hilvanada de
los vigueses en toda la primera parte en el Arcángel. Conservadores y
especuladores, el Celta no buscó ganar el partido a través de sus propios
méritos, sino mediante el demérito del adversario. Sólo la falta de mordiente
del Córdoba evitó una derrota al descanso que, por fútbol, merecía.
La segunda mitad
continuó con la tónica de la primera. El balón seguía siendo de un Córdoba
mucho más intenso, victorioso en todas las disputas, pero excesivamente romo en
ataque. Mientras, el Celta sobrevivía como podía, sin entrar en contacto con el
esférico y encontrando en el pelotazo largo la única alternativa ofensiva.
Herrera, fiel al plan, comenzó a mover el banquillo, pero se olvidó de colocar
una referencia ofensiva. Toni y Joan Tomás
entraron por David y Bermejo para formar junto a De Lucas y Orellana un
cuarteto atacante sin nueve fijo. La cosa no cambio demasiado, pues el balón
seguía siendo del Córdoba ya que ni Álex ni Oubiña, irreconocibles ambos, eran capaces
de hacerse con el control.
Pero el Córdoba
pagó el peaje de un fútbol tan intenso y el Celta tuvo su oportunidad en los
últimos quince minutos. Ni Orellana, ni De Lucas, ni Joan Tomás fueron capaces
de finiquitar un partido que, sinceramente, hubiese sido muy injusto que cayese
del lado céltico. Un punto ya es demasiado premio para un equipo que, esta
mañana en el Arcángel, actuó como un conjunto pequeño, viviendo a merced del
rival y tratando de aprovechar las injusticias que a veces depara el fútbol.
Es probable que
Herrera piense que acertó en su planteamiento, que el equipo consiguió aguantar
el 0-0 y que en los minutos finales incluso pudo ganar el partido. Pero lo
cierto es que estas circunstancias se debieron más a la incapacidad ofensiva
del rival que al buen hacer de los celestes. El partido bien pudo irse 2-0 al
descanso y entonces los últimos 15 minutos no hubieran tenido historia. Lo
mismo ocurrió en Granada, donde el Celta jugó a algo parecido y llegó vivo al
final de milagro gracias a la mala puntería de los locales y a la fortuna en
determinados momentos. Especular de esta manera no es más que un juego de azar
que, en general, no va a salir bien. Convendría que Herrera se dejase de
tácticas más propias del señor Mourinho y aprovechase las cualidades de un
equipo que tiene capacidad de sobra para algo más que dejarse dominar por el
Córdoba. Quizás soy muy exigente, pero creo que este Celta no necesita vivir de
las miserias del fútbol, sino que es capaz de jugar y ganar a través del balón.
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