La ruleta rusa de Paco Herrera


Foto: Cordoba Deporte
Hay muchas cosas en la faz de la tierra que son dignas de estudio. Una de ellas son esos extraños planteamientos que Paco Herrera pone en práctica de cuando en vez y ante determinados rivales que convierten al Celta en un equipo irreconocible y dependiente más de condicionantes externos que de su propio fútbol. El de hoy en Córdoba fue uno de esos planteamientos, una propuesta rácana durante 75 minutos y arriesgada en el último cuarto de hora, donde los celestes jugaron a una ruleta rusa que, esta vez, salió cara.
   
Nunca entenderé qué se le pasa por la cabeza al técnico catalán en este tipo de encuentros. La sensación que da es la de que lo fía todo a conservar un resultado durante los tres primeros cuartos del partido e intentar rematar en los instantes finales. El problema surge cuando, por el camino, el equipo vigués se encierra en su guarida, otorga el total y absoluto control del partido al rival y se dedica a achicar balones una vez sí y otra también. Costó ver una jugada hilvanada de los vigueses en toda la primera parte en el Arcángel. Conservadores y especuladores, el Celta no buscó ganar el partido a través de sus propios méritos, sino mediante el demérito del adversario. Sólo la falta de mordiente del Córdoba evitó una derrota al descanso que, por fútbol, merecía.
   
La segunda mitad continuó con la tónica de la primera. El balón seguía siendo de un Córdoba mucho más intenso, victorioso en todas las disputas, pero excesivamente romo en ataque. Mientras, el Celta sobrevivía como podía, sin entrar en contacto con el esférico y encontrando en el pelotazo largo la única alternativa ofensiva. Herrera, fiel al plan, comenzó a mover el banquillo, pero se olvidó de colocar una referencia ofensiva.  Toni y Joan Tomás entraron por David y Bermejo para formar junto a De Lucas y Orellana un cuarteto atacante sin nueve fijo. La cosa no cambio demasiado, pues el balón seguía siendo del Córdoba ya que ni Álex ni Oubiña, irreconocibles ambos, eran capaces de hacerse con el control.
   
Pero el Córdoba pagó el peaje de un fútbol tan intenso y el Celta tuvo su oportunidad en los últimos quince minutos. Ni Orellana, ni De Lucas, ni Joan Tomás fueron capaces de finiquitar un partido que, sinceramente, hubiese sido muy injusto que cayese del lado céltico. Un punto ya es demasiado premio para un equipo que, esta mañana en el Arcángel, actuó como un conjunto pequeño, viviendo a merced del rival y tratando de aprovechar las injusticias que a veces depara el fútbol.
   
Es probable que Herrera piense que acertó en su planteamiento, que el equipo consiguió aguantar el 0-0 y que en los minutos finales incluso pudo ganar el partido. Pero lo cierto es que estas circunstancias se debieron más a la incapacidad ofensiva del rival que al buen hacer de los celestes. El partido bien pudo irse 2-0 al descanso y entonces los últimos 15 minutos no hubieran tenido historia. Lo mismo ocurrió en Granada, donde el Celta jugó a algo parecido y llegó vivo al final de milagro gracias a la mala puntería de los locales y a la fortuna en determinados momentos. Especular de esta manera no es más que un juego de azar que, en general, no va a salir bien. Convendría que Herrera se dejase de tácticas más propias del señor Mourinho y aprovechase las cualidades de un equipo que tiene capacidad de sobra para algo más que dejarse dominar por el Córdoba. Quizás soy muy exigente, pero creo que este Celta no necesita vivir de las miserias del fútbol, sino que es capaz de jugar y ganar a través del balón. 

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