Felicidades Míster


Paco Herrera da instrucciones durante un encuentro.
Foto: farodevigo.es

Querido Paco,


Te escribo esta felicitación un día después de tu cumpleaños, porque ya sabes que la puntualidad no es lo mío. Por mantener mis viejas costumbres me entero un día tarde de que cumples 58 años. Y lo haces siendo nuestro entrenador, siendo un celtista más. Ya ha pasado un año y pico desde que cogiste las riendas de nuestro Celtiña y nos devolviste, junto a un puñado de jugadores a los que llamamos “nuevos ídolos”, la mejor de las ilusiones. No sabes la falta que nos hacía. O sí lo sabes, pero prefieres ocultarlo con tu discreción. El caso es que ya ha pasado suficiente tiempo como para hacer balance y creo que el hecho de que cumplas años es una ocasión más que excelente para hacerlo.

Llegaste de puntillas a un club desahuciado y hundido, lejos de aquel gran equipo de finales de los noventa y principios de los dos mil que tanto nos embelesó a nosotros y de paso a media Europa. No creo que sea el único en reconocer que tu llegada no nos llenó precisamente de esperanza. Se presuponía un año más en esta ya larga travesía por los campos de Segunda División. La marcha de Eusebio, cuando parecía que este empezaba a engrasar bien las tornas de un proyecto a largo plazo, se antojaba una vuelta a empezar y una marcha de cangrejo preocupante. Pero empezó la temporada y las cosas parecían pintar de otra forma. El equipo era más agresivo y los jóvenes de la cantera, representados por un más que sorprendente Álex López a quien decidiste dar los galones que merecía en el medio campo, comenzaban a transformar las tristes muecas de la grada en tibias sonrisas. Algo estaba cambiando.

Y tanto, firmamos una primera vuelta espectacular, de las mejores que yo le recuerde a este Celta. Creer en que la travesía tocaba a su fin no era ya un imposible, comenzaba a tornarse en una realidad. Los De Lucas, David y compañía enamoraban con sus contraataques y su velocidad. Daba gusto ver jugar al Celta e ir a Balaídos, por fin, no era un suplicio si no un disfrute. Pero las cosas cambiaron y de qué forma. Tras esa primera vuelta en la que parecíamos balas enfilando al ascenso directo, el globo de desinfló de una forma incomprensible y tú comenzaste a ser engullido por los nervios y la preocupación. Has de reconocer, amigo Paco, que reaccionaste mal a la pésima racha del equipo, que cambiaste demasiadas cosas e hiciste experimentos (ay, esos tres centrales) que no dieron frutos apetecibles para el estómago celeste. Eres cabezón, lo sé. Vives con tus ideas y decides morir con ellas, aún a riesgo de que muchos otros caigan al agua contigo. Me gusta esa valentía, pero a veces también la detesto.

La temporada acabó entre pitos y flautas y nos quedamos a las puertas. No te echo la culpa. Sé que cometiste errores, pero también sé que lo diste todo porque acabásemos en Primera, el lugar que merecemos desde siempre. El infortunio, una vez más, nos privó del sueño. Pero ya sabes que a sufrir no nos gana nadie y, emocionados por vuestra vuelta de Granada entre lágrimas (emocionantes las tuyas) y suspiros, nos levantamos con una fuerza admirable. Era el momento de mirar hacia delante. Te merecías que olvidásemos todos tus errores a favor de un nuevo asalto a la Primera División. Confiamos en ti, eso no lo dudes ni un momento.

Y tras un puñado de partidos de este curso, he de decir que me tienes desconcertado. A veces te abrazaría y otras te dedicaría el peor de mis rechazos. Que si David a la izquierda (aunque parece que al fin has caído de la burra), que si Abalo sí Abalo no, que si balón parado, que si trivote….Ay Paquiño, no sé ni qué decirte. Sé que debo confiar en ti, sé que eres un buen entrenador, un entrenador realista que se adapta a las circunstancias y prefiere ser práctico a plástico (algo que valoro mucho) y sobre todo sé que te dejas el alma por nuestros colores. Así que, como soy conformista por naturaleza (en eso comprobarás que soy un buen gallego), sigo confiando en ti y creo que, por nuestro bien y por el tuyo, acabaremos en Primera División contigo en el banquillo. Al menos ese es mi sentimiento, pero ya sabes que esto del fútbol es impredecible y que donde dije digo, digo Diego….Pero en fin, lo primero que te deseo (y nos deseo) es una victoria esta tarde ante el Sabadell. Sé que puedes, sé que podemos y así, todos juntos, podremos celebrar tu cumpleaños como mereces. Y que sea por muchos años más.

Felicidades Paco, de un celtista que te quiere

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