Eterno lunar


Foto: Ricardo Grobas
Da igual que gane o pierda, que convenza o que desespere, que golee o que se quede a cero. El Celta siempre consigue colocar un borrón en el historial de cada partido que, en función del resultado, puede convertirse en una pequeña mancha o en un gran estropicio.

Haríamos mal si escondiésemos en lo abultado del marcador el gol encajado a balón parado ante el Sabadell. Ayer la tarde fue plácida gracias al buen trabajo del equipo en ataque, por lo que el error cometido en la estrategia quedó en mera anécdota. Pero la memoria debe recordarnos que la semana pasada salimos de vacío del Mini Estadi por dos fallos de similar categoría. Unos despistes repetidos semana tras semana y que suponen puntos perdidos para el equipo. Una lacra que de no solucionarse nos va a costar el ascenso, pues se antoja imposible subir a Primera anotando en todos los partidos dos o tres dianas que arreglen los desaguisados defensivos que genera la pelota parada.

Y para mí hay un auténtico culpable de todo esto. No es la falta de estatura, ya que se pueden extraer cientos de ejemplos sobre equipos solventes en este aspecto del juego y cuyos jugadores no eran torres precisamente. El problema está, sin lugar a dudas, en el entrenador.

Sin saber muy bien por qué, Paco Herrera se empeña en defender en zona, una apuesta que jornada tras jornadas sigue haciendo aguas. Este es un sistema ideal pero que necesita de una perfección absoluta para llevarse a cabo. El mínimo error te condena y la experiencia demuestra día tras día que su inviabilidad en este Celta es manifiesta. Lo lógico sería pasar a defender al hombre, dotando de mayor responsabilidad a cada futbolista, concienciado de que su marca no puede rematar o, como mínimo, nunca hacerlo con comodidad. La defensa en zona es una estrategia que conduce a la pasividad del jugador, al típico pensamiento de “ya lo hará otro en mi lugar”. Por el contrario, el hombre al hombre no acepta el escaqueo y ayudaría sobremanera a mantener la tensión y concentración de todos los defensores.

Tampoco comprendo la manía, repetida por multitud de entrenadores, de embotellar a todos sus futbolistas dentro del área en estas jugadas. Si la idea es que con más hombres se defiende mejor, esto es un error. Al contrario. Esta actitud colabora a que el rival pueda sumar más jugadores al ataque, consciente de que la contra celeste, ante la ausencia de efectivos, no será posible. Lo más normal sería situar a uno o dos futbolistas fuera de la acción, al borde del medio campo rival (los candidatos perfectos serían unos Iago Aspas, Orellana, De Lucas o Joan Tomás que poco o nada van a aportar defensivamente en el juego aéreo), obligando así al adversario a dejar a tres defensores en zona defensiva y restando su potencial en ataque.

Por último, convendría que Herrera tuviese una charla con Yoel para transmitirle confianza en estas acciones. No puede ser que el portero de un equipo candidato al ascenso viva los noventa minutos debajo del larguero. Muchas de estas jugadas que tantos goles le han costado al Celta, podían haberse evitado con la intervención del cancerbero vigués. Sinceramente, y así lo pienso, es preferible que Yoel sea valiente y se coma dos o tres centros que terminen en gol, que el miedo a fallar lo mantenga inmóvil en la raya de gol con el peligro que eso supone.

En resumen, es indudable que a los futbolistas les falta calidad y cierto grado de intensidad en el juego aéreo, pero Paco Herrera, como entrenador que es, no puede permitir que estos errores se sigan sucediendo una vez que ya llevamos 16 jornadas de liga con el mismo problema. Tiene que encontrar la tecla y la tiene que encontrar ya, aunque para ello precise que ese sea el único ejercicio que se haga en A Madroa durante toda la semana. De lo contrario, debemos ir olvidándonos de un ascenso directo que no nos va a perdonar estos errores. Y es que no todos los días vamos a marcar cuatro tantos para subsanar este eterno lunar.

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