El pasado lunes asistimos a una de las entradas más brutales de los últimos tiempos. A buen seguro que Pedro Piqueras estaría encantado de añadir sus habituales adjetivos apocalípticos acompañando las imágenes. Y no es para menos. La jugada es la siguiente; Ion Vélez, atacante del Girona, se interna en el área y se encuentra con salida desesperada de Toni Doblas, meta xerecista, que pugna por el balón. Doblas toca balón una milésima de segundo antes de impactar con la pierna de apoyo de Vélez. El jugador del Girona estará seis meses de baja a causa de la entrada de Doblas.
No está en mi ánimo culpar a Doblas. Es una jugada fortuíta, si bien Doblas arriesga en exceso y pone en peligro a un compañero, igual que también es cierto que debe de ser muy difícil medir en situaciones como esa. El meta azulino ha apoyado y animado en todo momento al jugador y ha sufrido un pequeño acoso mediático estos días, aunque como él mismo ha dicho, "Si rompo la pierna a Cristiano, me mandan a la tumba".
Tal vez por eso, un personaje importante en esta historia ha salido indemne; El árbitro. Se trata de López Acera, nombre que os resultará poco familiar, pero si en vez de Ion Vélez, fuese CR7 o Messi, ahora sería mundialmente conocido. Es lo que tiene vivir a las afueras del fútbol español, que las noticias no llegan al centro. Se pierden. Viendo una y otra vez las imágenes, y la posición del árbitro asistente, no dejo de preguntarme: ¿Cómo es posible que el árbitro no señalase nada punible? Y es que la jugada se saldó con un saque de puerta.
¿Es posible hacer un penalty más claro? ¿Acaso rozar el balón da vía libre para patear al jugador rival? Se ganan la fama a pulso. López Acera simplemente dijo: "Sigan, sigan". Seguirá el que pueda, claro.
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