Fue muy osado Paco Herrera en la noche de ayer. Una osadía que rozó la temeridad con unas rotaciones a gran escala que modificaron en más de un 75% a los componentes del once que tres días atrás habían desarbolado al Huesca. Le aplaudo al técnico su confianza en absolutamente todos los integrantes de la plantilla, así como su intención de dosificar a los futbolistas buscando de esta manera que lleguen frescos al decisivo tramo final de liga.
No obstante, pienso que no es necesario manifestarlo de manera tan radical. Con unos cuantos cambios, quizás uno por línea, hubiera bastado. Sin embargo, ayer nos encontramos con un equipo totalmente nuevo y poco acostumbrado a actuar conjuntamente, algo que se notó sobremanera durante una primera mitad bastante pobre. Es un tanto incomprensible que se apueste, en partido oficial, por una pareja de centrales formada por un futbolista con carencia de minutos, como es Andrés Túñez, y por otro cuya demarcación natural es la de lateral, Oier. Asimismo, tampoco tiene mucho sentido que la creación del juego dependa de dos jugadores eminentemente defensivos como Bustos y Natxo Insa, por mucho que ambos, especialmente el segundo, no tengan mal trato de la pelota. Por otra parte, resulta un poco incoherente dejar en el banquillo a hombres que viven un gran momento de forma como Iago Aspas o Joan Tomás para darles descanso, al tiempo que uno de los pocos jugadores que repite con respecto al pasado sábado sea un Mario Bermejo que es de los más veteranos del plantel. Tampoco comprendo que dos futbolistas imprescindibles como Álex López o De Lucas no hayan jugado ni un minuto la pasada noche, cuando sí lo hicieron frente a Las Palmas en Copa durante media hora sin contar el tiempo extra.
Sin embargo, pese a los riesgos adquiridos, a Herrera le salió bien la apuesta. Aunque para ello tuviera que rectificar en el descanso, ya que el fútbol mostrado durante la primera mitad poco o nada se pareció al del fin de semana. Fue el del Girona un duelo que sirvió para demostrar que Álex López es una pieza fundamental en este equipo, insustituible. Sin él en el campo las carencias tanto de Bustos como de Insa en la elaboración se manifestaron notoriamente. Los vigueses fueron incapaces de crear fútbol más allá de las intentonas individuales de Orellana y del recurrente e inefectivo pelotazo en largo de Túñez. Al margen de eso, poco más se puede destacar de un Celta que si bien contuvo las tímidas acometidas del Girona, no estaba mostrando capacidad alguna para terminar con la resistencia rival.
Rápido reaccionó el técnico catalán y, en menos de cinco minutos tras el descanso, tanto Iago Aspas como Joan Tomás ya estaban sobre el césped. El equipo mejoró y comenzó a tener más presencia en ataque, gracias también a la mejoría de Bustos y, principalmente, de un Natxo Insa que adquirió más responsabilidades con la pelota. Así, a los diez minutos y tras un disparo de Orellana, David anotó el primero de la noche.
Con el resultado de cara, el Celta se encontró en su salsa. El Girona, comandado por un buen Jandro, se echó hacia arriba, dejando mucho espacio a su espalda. La opción del contraataque resultaba evidente. Más aún después de que Herrera diera salida a David Rodríguez para introducir a Oubiña en labores de contención. Tras este cambio y de manera sorprendente, Bustos se pasó a la mediapunta, desde donde se inició la jugada que terminaría, previa asistencia de un participativo Orellana, en el gol de Iago Aspas.
El experimento salió bien, pero lo cierto es que también pudo salir mal. Herrera debe encontrar ese término medio en el que todos los futbolistas cuenten, sin necesidad de realizar una revolución de tales características. Las rotaciones son buenas y necesarias, pero no si tienen semejante dimensión. Aún así, y pese a que no fue un partido brillante como el del Huesca, los tres puntos valen lo mismo. El Celta ha logrado engancharse definitivamente a la parte alta de la tabla, ha mantenido su capacidad goleadora, continúa dejando la puerta a cero y encima tiene a medio equipo descansado para visitar Vila-Real el próximo domingo. Herrera se la jugó y salió cara. Que siga así.
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