Internacionales no, gracias



Todo equipo suele acoger con especial alegría la llamada de alguno de sus futbolistas por una selección nacional. Ya sea la absoluta o las categorías inferiores, la convocatoria de un jugador del club acostumbra a elevar el estatus no sólo del jugador, sino también de un equipo orgulloso de contar en sus filas con un internacional. Aunque en España, en general, tengamos un profundo sentido de club, lo cierto es que en otros países la llamada de la selección está por encima de todo. Supone lo máximo para un futbolista y la mayor afición para el hincha, quien prefiere un éxito del combinado nacional a uno del club de toda su vida.

   Como ya he dicho, en España no se maneja ese concepto de la selección. Aunque los recientes triunfos de la Roja han acrecentado el “patriotismo futbolístico” general, lo cierto es que para muchos, entre los cuales me incluyo, poco o nada nos importa la selección en relación a nuestro equipo. Por supuesto que deseo siempre que gane y soy el primero en animar a los de Vicente del Bosque cuando disputan un Mundial o una Eurocopa. Pero, si tengo que elegir, sin ninguna duda elijo al Celta.

   De este modo es normal que muchos vean los partidos del combinado nacional, especialmente los insulsos e insignificantes encuentros amistosos, como un inconveniente para los clubes. Y si tu equipo juega en Segunda, mucho peor. Me explico. La LFP, obligada por la FIFA, reserva una serie de fines de semana del calendario para la disputa de los partidos de selecciones. Así, la competición en Primera División se suspende, a la espera de que los distintos internacionales cumplan con sus compromisos nacionales para, posteriormente, regresar a sus equipos de origen.

   Pero esta medida no se aplica en Segunda División, donde la competición regular sigue su curso sin apenas parones. Por lo tanto, los equipos que cuentan en sus filas con internacionales ven como sus jugadores, a los cuales pagan, se marchan a disputar partidos con la selección que, en muchos casos, no son más que bolos recaudatorios donde las distintas federaciones de fútbol del mundo se ingresan una ingente cantidad de dinero. Entre estos conjuntos se encuentra el Celta quien ve como Hugo Mallo con España, Túñez con Venezuela y Orellana con Chile no podrán disputar el compromiso en Huelva con su equipo, ya que deben acudir a la llamada de su selección.

   Siempre me ha parecido un abuso el tema de las selecciones. El Celta no recibirá ni un solo euro en concepto de indemnización por perder a estos tres futbolistas durante un periodo en el que no va a dejar de pagar sus nóminas. Y si aun por encima regresan lesionados, el problema se acrecenta. Lo lógico sería seguir un modelo como el que se aplica en el baloncesto, donde el deportista puede elegir si acude o no a la selección, pues se debe a su club que es quien abona su salario mensualmente. En España, por el contrario, existen sanciones por renunciar a la selección, tanto deportivas como económicas.

   Por otra parte, resulta indignante el trato que desde la LFP se dispensa hacia la categoría de plata. ¿Por qué los clubes de Primera pueden contar con todos sus internacionales en cada partido oficial del calendario y los conjuntos de Segunda tienen que ver cómo abandonan su disciplina para jugar con la selección? Muchos dirán que el calendario de Segunda, con 42 partidos, no admitiría parones. Pues yo opino que el señor Astiazarán y compañía deberían empezar a plantearse que una liga con 22 equipos, además de interminable, no es viable.

   Mientras esto se soluciona, que no se va a solucionar, el Celta y otros combinados de Segunda División seguirán viendo como algunos de sus futbolistas se pierden partidos oficiales para jugar en Calcuta o en cualquier otro lugar del planeta encuentros sin nada en juego. La verdad es que, para esto, mejor no tener internacionales.

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