Finalmente, lo que todos los aficionados al fútbol temíamos, parece que se va a producir. Salvo milagro impensable de última hora, el inicio de la liga española de fútbol, tanto de Primera como de Segunda División, se retrasará, al menos una semana, siempre y cuando no siga en pie el paro, también establecido para la segunda jornada de la competición. De esta manera, los futboleros, deseosos de que regrese la emoción del deporte rey tras más de dos meses de descanso, deberán seguir esperando a que vuelva a rodar el balón. De nuevo, y como suele ser habitual, los perjudicados de una situación que se podía haber evitado vuelven a ser los mismos, aquellos que ni pinchan ni cortan, aquellos gracias a los cuales este deporte posee tan notable dimensión: la hinchada.
Vaya por delante que considero totalmente legítima esta huelga. El derecho a la interrupción voluntaria de la jornada laboral está amparado por la Constitución Española y, al igual que muchos otros trabajadores, los futbolistas deben contar con plena capacidad para ejercerla. Asimismo, la considero coherente y razonable. A día de hoy, en España, la imagen del futbolista ha quedado anclada en el prototipo de joven y famoso multimillonario que trabaja dos horas al día y que recibe una ingente cantidad de dinero solamente por “darle patadas a un balón”. Lo que mucha gente desconoce es la dureza de la profesión de futbolista, la cual obliga a dedicarse las 24 horas del día a un trabajo que no sólo incluye el tiempo dedicado a la estricta preparación futbolística, sino aquél necesario para el descanso, el cuidado del cuerpo, dietas, sesiones de gimnasio, etc…
Además, a excepción de las grandes estrellas, la inmensa mayoría de los futbolistas perciben un sueldo de lo más normal, el cual no les da para vivir con grandes lujos, en contra de lo que muchos creen. El porqué de esta huelga no procede de los Messi, Ronaldo, Casillas, Xavi y compañía (los cuales, por ejemplo, perciben un salario irrisorio en comparación con otros deportistas como los pilotos de Fórmula 1, las estrellas de la NBA o algunos golfistas), sino de más de doscientos jugadores que llevan meses sin cobrar lo que les corresponde debido a una pésima gestión por parte de unos clubes que llevan muchos años viviendo por encima de sus posibilidades.
Esta situación ya era conocida desde hace tiempo atrás y lo suyo hubiese sido que AFE y LFP hubieran alcanzado un acuerdo total acerca del convenio colectivo (dicho convenio se encuentra aprobado por ambas partes en un 80%) durante estos dos meses estivales. No obstante, y como es costumbre en el fútbol español, las cosas se dejan para última hora, perjudicando así la imagen de nuestro fútbol y robando al aficionado deseoso de balón el derecho a disfrutar de su deporte favorito.
Sin embargo, y aunque parezca mentira, podemos encontrar un gran beneficiado de este parón: el Real Club Celta de Vigo. El equipo olívico, el cual se encuentra atrapado en una vorágine de negativos sucesos extradeportivos, recibe esta huelga con cierta alegría, pues le permite ganar tiempo para engrasar una máquina que, a día de hoy, no se encuentra en sus mejores condiciones.
Si, tal y como parece, el sábado no se disputa el partido frente al Girona, Paco Herrera podrá recuperar tanto a Quique De Lucas como a Oier Sanjurjo, los dos lesionados del plantel y que habrían llegado muy justitos al choque de este fin de semana. Asimismo, estos siete días extra servirán para que Hugo Mallo vuelva a adaptarse al ritmo de trabajo del grupo tras su participación en el Mundial sub-20, al tiempo que Bellvís y el esperado nuevo fichaje de un centrocampista ofensivo comienzan a integrarse en la disciplina céltica. Son días que, también, le vendrán muy bien a Joan Tomás para que se vaya olvidando su triste episodio del pasado fin de semana. Además, Herrera contará con varios entrenamientos más para seguir corrigiendo los defectos más preocupantes que se han mostrado durante la pretemporada, como, por ejemplo, las jugadas a balón parado.
Es lógico que el aficionado celeste quiera que el balón eche a rodar cuanto antes por el césped de Balaídos. Pero hay que mirarle la parte positiva a todo y, quizás, esta semana sin competición le puede venir de perlas al Celta para llegar en las mejores condiciones posibles al primer partido de la competición y así, de una vez por todas, romper el maleficio que le persigue desde hace cinco años en cada inicio liguero.
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