Se busca un 10


Numerología y fútbol han ido siempre unidos de la mano. Para los más puristas, el dorsal de un jugador no es únicamente una cifra de identificación que lleva adosada a su espalda, sino una descripción del futbolista, de su posición en el campo, de sus atributos y cualidades, de lo que se espera de él.
Sin hacer demasiado esfuerzo, cualquier aficionado al deporte rey podría decir cuál es el número mágico en el fútbol, ese dígito que sólo portan los grandes futbolistas, los magos del balón, aquellos que con su habilidad y destreza nos hacen ser fieles seguidores de este juego. Estamos hablando, claro está, del número 10, aquel que han llevado muchos de esos jugadores de los que cualquier futbolero guarda un grato recuerdo, elevándolos, en ocasiones, a la categoría de dioses: Pelé, Maradona, Platini, Zidane, Rivaldo, Ronaldinho, Messi, Mostovoi…

La marcha de Trashorras – un futbolista que se acoplaba perfectamente a las características que a un 10 se le exigen: calidad, exquisita técnica, visión de juego, gol… - ha dejado huérfano dicho dorsal en el Celta. No obstante, no van a faltar candidatos dispuestos a ocupar esa plaza.

En primer lugar, el club vigués podría acudir al mercado de fichajes, donde suenan con fuerza los nombres de Javi Flores y Jonathan Pereira. El primero lleva actuando como enganche durante toda su carrera futbolística en el Córdoba, por lo que cumple los requisitos para ser el sustituto del centrocampista lucense; mientras, el segundo, pese a no ser un 10 puro, sino más bien un segundo delantero, posee la suficiente calidad y carisma para adueñarse de tan preciado dorsal.
No obstante, y como ambas opciones parecen remotas, lo lógico sería buscar en la propia plantilla celeste al nuevo 10 vigués. Por igualdad de demarcación y similitud de condiciones, lo más normal sería pensar en Joan Tomás. El futbolista gerundense, quien vivió la temporada pasada a la sombra de Trashorras, tiene este año su gran oportunidad para asentarse en la mediapunta celtiña y demostrar el buen jugador que, a ráfagas, mostró ser. Asimismo, si por semejanza en el estilo de juego nos basamos, otra de las opciones tiene “ADN A Madroa”. Estamos hablando de Jota, un joven futbolista con mucha clase y que, si se le da la oportunidad de asentarse en el primer equipo, podría erigirse como el “cerebro” celeste del futuro.

Sin embargo, y pese a que estas dos últimas opciones son factibles, mi apuesta se circunscribe a otros dos futbolistas que representan una realidad presente, pues ya han demostrado su valía en anteriores temporadas. Estoy hablando de, tras la salida de Trashorras, los dos futbolistas con, posiblemente, más calidad del plantel.

El primero de ellos es Iago Aspas. El de Moaña es uno de esos futbolistas que crean afición. Todo carisma y desparpajo, el menudo jugador del Morrazo no ha terminado de explotar en estas dos últimas campañas. Por momentos, ha dado muestras de un talento insólito en la categoría, llegando a dar luz, con su calidad, a los partidos más oscuros del equipo. No obstante, no ha gozado de continuidad y la figura de Trashorras lo ha relegado, en muchas ocasiones, al banquillo o a buscarse la vida como delantero. Aunque ha realizado buenos encuentros, ha quedado patente que su demarcación natural no es esa, sino la de enganche. Esta temporada, sin el futbolista de Rábade en el equipo, puede ser su año.

El otro, es un jugador que, en sólo una campaña, ha conseguido encandilar a la afición celeste. Estamos hablando de Álex López, un futbolista diferente. El ferrolano apareció por sorpresa en el once de Herrera a comienzos de la temporada pasada, pero su descaro, su sacrificio defensivo y, sobre todo, su buen trato de la pelota, lo convirtieron en un hombre indispensable. Es el jugador con mayor recorrido del equipo, un típico centrocampista de dos áreas, que no escatima esfuerzos para ayudar al equipo en defensa, así como tampoco para incorporarse al ataque. Si continua con la progresión que apunta es probable que esta sea su última temporada en Vigo, pues el teléfono de Praza España no parará de echar humo para hacerse con sus servicios.

El Celta necesita un cerebro y, si la huelga no lo impide, dispone de dos semanas para encontrarlo. Quizás deba irse fuera para buscarlo o, quizás, esté más cerca de lo que pensamos. Como siempre, decidirá el balón.

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