Memorias das Travesas: Lleida - Celta 2005


Esta semana en nuestra sección del recuerdo, os traemos un partido que nunca debió ser recordado pero un error administrativo de la directiva lo llevo a ser crucial. Una segunda celebración escrita por el viaje de miles de celtistas a tierras catalanas para devolver el club a la categoría que nunca tenía que haber dejado. Para acompañarnos en el recuerdo un miembro de aquella plantilla y uno de los narradores en radio de los partidos del Celta, además de algún expedicionario de aquellos buses del ascenso.

No fue la temporada típica de un equipo que asciende. El equipo había sufrido una autentica revolución aquel verano, casi todas las estrellas que habían jugado la Champions el año anterior fueron vendidas o no renovadas. Para dirigir la plantilla se opto por el gallego Fernando Vázquez, un técnico que tuvo una relación de amor-odio con gran parte de la afición. Para el equipo base se decidió por los pocos jugadores que se quedaron (Pinto, Ángel o Sergio), ascender a varios chavales del filial (Jonathan Aspas, Isaac o Israel) y conseguir descartes de equipos de Primera (Cannobio, Nagore o Perera). También se fichó a alguna estrella internacional como Nuno Capucho, Vryzas o Sava, con rendimiento desigual.


Nos recibió en A Madroa el único futbolista que queda de aquella plantilla, Borja Oubiña. El vigués recuerda que “nos costó adaptarnos a la categoría, éramos los favoritos y los rivales nos presionaban más. En cuanto nos adaptábamos el equipo era el mejor y se demostró. Teníamos superioridad y ganábamos fácil aunque al final se nos complicó”. Desde la barrera lo vivió Antonio Estevez, de Cope Vigo: “no se empezó bien, luego hubo una racha muy buena con muchas victorias seguidas. Llegamos al final muy justos con el añadido del tema de la alineación indebida. Pienso que debimos resolver el ascenso mucho antes” Aunque no guarda un mal recuerdo, ya que subir inmediatamente tras descender era y sigue siendo muy complicado.


Aunque se ganaron los dos primeros partidos, el equipo no lograba carburar. Vázquez no encontraba la tecla para mezclar sus fichas con inteligencia, cambiando el once inicial en numerosas ocasiones. Una racha de cuatro empates y dos derrotas llevan a Horacio Gómez a plantearse muy seriamente la destitución del de Castrofeito. La espada de Damocles marca el 29 de octubre y Salamanca como el día y el lugar donde actuar, pero un gol de Ángel desde fuera del área salva la cabeza del entrenador y marca el inicio de la recuperación. Era la jornada 10 y el equipo estaba decimo a cinco puntos del ascenso.

El equipo inicia una racha de 22 partidos donde solo se pierden dos, incluyendo una gira de 7 encuentros consecutivos ganados entre enero y marzo. Fernando Vázquez se apoya en una gran defensa, casi igual a la de la temporada pasada en Primera, la eclosión de Oubiña en la media y la capacidad goleadora de Cannobio y Jandro en ataque. Una derrota en casa ante el Cádiz, rival por el ascenso, rompe la racha pero no los buenos resultados. El equipo había aprovechado el mercado de invierno para reforzar el lateral izquierdo donde Israel y Dani Bautista no ofrecían el resultado esperado y la delantera que tenía la pólvora mojada. Para ello se recurre al brasileño Roger (curiosamente más tarde internacional ¡polaco! en la Eurocopa de Austria y Suiza) y el extremeño Jesús Perera.

En la jornada 32, tras ganar en Ejido al Poli, el ascenso era casi una realidad. 10 puntos de ventaja sobre el cuarto (ascendían solo los tres primeros de forma directa) demostraban que se podía pensar ya en cuando se celebraría el ascenso. Pero el equipo comenzó a acusar el cansancio de la temporada y se vino abajo. En los 9 siguientes partidos se ganaron tres y se perdieron el resto. Se había dilapidado casi toda la ventaja. En el medio el ascenso frustrado de Jerez, donde la alineación indebida de Toni del Moral hizo que el encuentro se le diera por perdido, pero eso ya es harina de otro costal.

El equipo llega a la última jornada ya sin fuerzas, debe ganar para asegurarse el ascenso o esperar un tropiezo del Cádiz en Jerez o del Eibar ante el Racing de Ferrol. La tensión de las semanas anteriores por el caso Del Moral hizo mella en la moral de la plantilla. Pero el celtismo, que en los momentos importantes siempre acompaña, organizó un desplazamiento masivo hasta Lleida, donde se decidiría el futuro celeste. Decenas de autobuses salieron de Vigo para presenciar aquel sábado 18 de junio, jornada de reflexión en Galicia, un partido de muchos nervios. Los que se quedaron abarrotaron el pabellón de As Travesas, donde se instaló una pantalla gigante.

Franchu Hernández y Juan Vilas, directivos de Comando Celta y que viajaron hasta Lleida en el bus 7, recuerdan especialmente “el increíble recibimiento que se hizo al equipo al llegar al Camp d’Esports”. El partido estuvo marcado por el agobiante calor, “aguanté pocos minutos” cuenta Franchu “entre el bochorno y los nervios del partido me marché a los pasillos de aquel fondo, dando vueltas. La tensión de depender de otros resultados también nos afectaba.”

El Celta saltó al césped con Pinto, Ángel, Sergio, Contreras, Roger, Aspas, Nagore, Jandro, Gustavo López, Canobbio y Sánchez. Fue un once nervioso, agarrotado por la presión. El Lleida, que no se jugaba nada, tuvo en la primera parte las mejores ocasiones. Hasta que en el 42, Jandro recoge un balón en la frontal del área y lo coloca en las redes. Estalla el fondo donde se situaban los miles de gallegos desplazados a Cataluña. Fue un mazazo que el equipo azulón ya no superó (o no quiso superar dijeron los suspicaces).

Estevez recuerda aquel golpe de calor al llegar a Lleida, “había mucha tensión y miedo, más tras el palo de Jerez y la derrota contra el Eibar. Pero en estos partidos que uno se juega todo y el otro nada ya sabemos que pasa. Lo más difícil fue marcar el primer gol”. Oubiña no le trae buen recuerdo el partido, ya que “no pude jugar y me sentó mal, tenía una sensación rara ya que tres días después me operaba del pubis y no lo llegue a disfrutar como debía. La verdad es que ahora me arrepiento de ello” Aunque reconoce que él tampoco es de grandes celebraciones, lleva la procesión por dentro.

Tras el descanso los célticos fueron los dueños del partido, combinaron a su antojo y buscaban el segundo que diera la tranquilidad. Aunque el Cádiz ganaba en el derbi gaditano, el Racing de Ferrol echaba una mano y empataba el partido ante el Eibar por medio de Mario Bermejo (curiosidades del fútbol…). La misma mano que le echo el Celta tres años después… al cuello de los ferrolanos. Aun no se recuperaron de aquel descenso. Para el recuerdo de aquella segunda parte queda la imagen de Gustavo en el banquillo, tras ser sustituido, en pleno ataque de ansiedad. Abanicado por un masajista con una toalla, respirando dificultosamente. Intentaba recuperar el aire en aquella tórrida tarde.

Se acerca el final, minuto 86, balón que cambia de banda, un centro, toca Sergio y remacha Perera, bota de oro Perera, lo que daba inicio de las celebraciones. El partido se dio por finalizado con invasión de los aficionados celestes, el entrenador empapado tras una ducha de los suplentes y el grito de esos hombres y mujeres que viajaron durante 13 horas y 1000 kilómetros para estar con sus jugadores. La fiesta se prolongó durante horas, en Vigo donde la plaza de América se veía invadida de gente (menos que tras la victoria en Jerez), en Lleida donde la afición viguesa se hizo la remolona para iniciar la vuelta queriendo no dejar escapar aquel momento tan dulce, y en el vestuario donde los jugadores, técnicos y directivos daban rienda suelta a la alegría tras dos semanas de angustia.

“Los jugadores salieron haciendo la conga a donde estábamos todos los aficionados esperándoles. Me acuerdo especialmente de Toni del Moral. Había sufrido muchísimo, y al darle un abrazo, se derrumbó y se puso a llorar contagiándome” recuerda Juan de aquel post partido. Antonio Estevez vio la fiesta más descafeinada, ya que el equipo dormía en Barcelona y eso provocó que se enfriará todo. De Borja Oubiña quedará la imagen en televisión de sus compañeros entre canticos y él sentado, serio y mirando el móvil como abstraído de lo que ocurría alrededor, como nos confesó la operación que tenía tres días después lo tenía preocupado.

Se había formado un buen bloque de jugadores. Al año siguiente con algunos fichajes muy acertados, especialmente un canterano del Valencia que respondía al nombre de David Silva, llevaron de nuevo a Europa al Celta. En lo social aquel día en Lleida trajo el resurgir de una peña histórica como Comando Celta y el nacimiento de otra que se ha destacado por su apoyo, Blau Cel en Barcelona. Sin embargo, seguimos pensando que el partido del ascenso no tenía que haber sido este.




Moi Celeste

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