Ya conocemos el primer rival que se enfrentará al Celta en su nueva andadura en la Copa del Rey. Se trata de la Unión Deportiva Las Palmas, quien rendirá visita a Balaídos el 7 de septiembre para, a partido único, jugarse el pase a la siguiente eliminatoria de la competición del KO.
La duda surge al pensar qué versión mostrará el cuadro vigués en esta competición. Evidentemente, y de forma innegociable, el objetivo es la Liga: acabar entre los dos primeros o ganarse el billete a Primera a través de la promoción son las únicas opciones de éxito que se plantean para esta temporada en Praza de España. La afición, en su inmensa mayoría, también coincide con la directiva en este aspecto: lo primero es subir, todo lo demás es secundario.
Pero la Copa del Rey es una chocolatina que gusta y mucho en la casa del pobre. Generalmente despreciada por los grandes clubes, este torneo se presenta como una oportunidad única para que equipos más modestos incrementen su palmarés. El Celta estuvo a punto de saborear, en tres ocasiones, las mieles del éxito, pero naufragó en la orilla. Sin ir más lejos, hace dos temporadas, la Copa se convirtió en una preciosa vía de escape para un conjunto deprimido en Liga. En ella se cargó a Tenerife y Villarreal, y a punto estuvo de hacer lo propio con el Atlético de Madrid en cuartos de final.
Entonces, surge, inevitablemente, una pregunta: ¿debe el Celta tirar la Copa? Aunque se trate de una competición hermosa y que, por momentos, permita volver a competir entre los grandes, lo cierto es que supone un gran estorbo para el día a día de la Liga. El jugar miércoles- domingo durante un notable número de semanas acaba pasando factura a los jugadores. Asimismo, contribuye a que tanto futbolistas como afición se distraigan en la emoción de las eliminatorias y olviden la aburrida, pero a la larga fructífera, competición de la regularidad. Y sino que se le pregunten al Betis, que el curso pasado alcanzó los cuartos de final de la competición donde cayó frente al Barcelona. Su odisea copera le costaría cinco partidos consecutivos sin ganar, una racha que los empujó fuera de los puestos de ascenso. Es curioso también que la mejor temporada del Celta en estos últimos cuatro años coincida con la eliminación más temprana en el torneo del KO; el Celta perdió en la primera eliminatoria en Alcorcón y, a partir de ahí, puso sus cinco sentidos sobre el campeonato liguero.
Sin embargo, estamos ante una competición preciosa, ideal para enganchar a la grada y perfecta para volver a vivir noches mágicas en Balaídos. Aunque difícil, sobre todo ahora que Real Madrid y Barca se la toman en serio, el Celta podría llegar lejos y dar una gran alegría a la afición. ¿Qué sería lo mejor?: ¿Olvidarse de la Copa y centrase en la Liga o intentar llegar lo más lejos posible en el torneo del KO?

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