Día 1 después de Trashorras


Ha ocurrido. Finalmente, y tras unos días de angustia, ha sucedido lo que muchos celtistas temíamos. El deseado 31 de agosto quedó demasiado lejos y no pudo ser, Trashorras no se queda, parte hacia Vallecas. Y lo hace a diez días de que arranque una competición en la que, según las valientes y fáciles palabras del presidente Mouriño, el Celta debe aspirar al ascenso directo. Además se va gratis, regalado, sin un solo euro que se pueda destinar al archifamoso plan de viabilidad, y con la única excusa de que el club vigués se ahorrará su elevada ficha. Sin el futbolista lucense en el equipo, el ascenso sigue siendo posible, pero será más difícil.

Muchos celtistas me darán la razón y otros me la negarán, pero, en mi opinión, se ha ido un crack. Se ha marchado un futbolista único, diferente, un mago del balón. El de Rábade ha sido, sin lugar a dudas, el mejor jugador que ha pasado por Vigo en los últimos y nefastos cuatro años. Su calidad y su magia comenzarán a valorarse cuando ya no esté.

Y es que yo soy de los que piensa que, entre todos, hemos maltratado a Trashorras. Desde la directiva, con este penoso episodio, pasando por Eusebio y Herrera, quienes nunca confiaron en él al 100%, hasta llegar a la afición. Un futbolista eternamente discutido, constantemente criticado por sus carencias defensivas, por su escaso sacrificio, por no hacer una maratón cada partido.

 En cambio, no se ha valorado lo suficiente su calidad, su visión de juego, su último pase, su capacidad de organización e, incluso, su gol. En más de una ocasión, Balaídos ha aplaudido un pelotazo o una carrera estéril de otro futbolista, al tiempo que silbaba un pase de Trashorras. Es más, mientras Papadopoulos ha sido vitoreado en más de una ocasión, me cuesta encontrar una sóla ovación al centrocampista lucense. Injusto. Como también lo es exigirle un nivel defensivo que él no puede dar o que, simplemente, de alcanzarlo, repercutiría negativamente en su faceta más destacada: la creación. ¿Alguien en su sano juicio reclamaría que Garai aportase 20 asistencias de gol por temporada o que Túñez anotase 15 tantos en una campaña? Evidentemente, no.

Para el recuerdo quedarán partidos como el del Calderón, donde, de la mano de Aspas, hizo que el Celta volviese a ser grande, firmando los mejores noventa minutos del conjunto vigués en este último lustro tan negativo. La anterior campaña, también realizó grandes encuentros, como en Villarreal o Valladolid; por no hablar de la segunda parte de Granada. Quizás si hubiese jugado de inicio, estaríamos ahora ilusionados con el retorno a Primera y no en la categoría de plata, lamentándonos de su marcha.

Ahora llega al Rayo, a Primera División, su sitio ideal. Mientras, esperemos que, en Vigo, no tengamos que echarlo de menos. Jota o Aspas tienen la suficiente capacidad para hacer olvidar al jugador de Rábade, pero no será tarea fácil. La directiva sigue con su proyecto de suicidio y acaba de dejar escapar al mejor futbolista de la categoría. Veremos si, finalmente, esta operación no le sale al Celta más cara que la ficha del propio Trashorras.

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