El demonio sevillano


En toda tertulia futbolística, principalmente en aquellas que nos obligan a agudizar la memoria para transportarnos a tiempos pretéritos, salen a la palestra, acompañando a los añorados cracks del pasado, nombres de diversos futbolistas, auténticos virtuosos del balón, que pese a contar con un talento sobresaliente no lograron quedar grabados en el tiempo como jugadores de leyenda. Para el aficionado celeste, este apelativo define a los Mostovoi, Mazinho, Karpin, Gustavo López, Makelele o Revivo. Sin embargo, nuestra historia está también repleta de casos en los que la calidad no fue suficiente, el talento no bastó para desprenderse del traje de “buen jugador” y enfundarse el esmoquin de “estrella”.

Dentro de este grupo de notables futbolistas, al que mejor recuerdo, quizás por mi edad, es a un flaco sevillano que hacía diabluras desde la mediapunta: Jesús Mora, Jesuli. Era un futbolista diferente, con desparpajo, un genio, capaz de lo mejor y de lo peor. El típico jugador que se puede pasar 89 minutos deambulando por el campo y, en menos de 60 segundos, levantar al público del asiento con una jugada antológica. Para el recuerdo, su inconmensurable partido en Milán o goles como los que anoto en Gran Canaria o en Balaídos ante el Mallorca: conducción por el costado izquierdo, regate hacia dentro y sutil toque de balón para incrustarla en la escuadra del palo largo.

Sin embargo, su magia era intermitente, y en ocasiones parecía que su varita había quedado olvidada en algún pub o discoteca de la ciudad. Nunca tuvo la regularidad suficiente, no sólo en el Celta, sino en sus destinos posteriores. Implicado en numerosos problemas extradeportivos se perdió en la marginalidad de los banquillos de Sevilla, Real Sociedad y Tenerife, donde no lograría mostrar el talento que, a ráfagas, sí enseñó en Vigo.

Hoy en día, Balaídos encuentra en Iago Aspas al heredero del centrocampista andaluz. A veces genio, a veces demonio, el moañes reúne muchas de las cualidades de “Jesulinho”. Esperemos que la historia del 11 actual del Celta no acabe como la de aquel número 20 que aquella fría noche de invierno en San Siro, tiñó de celeste el cielo estrellado de la Champions.

Moi Celeste

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