
Quincy la ha vuelto a liar. El ghanés de origen holandés ha hecho en Málaga lo mismo que hizo en su día en Vigo. Claro que eso fue hace 3 años y se suponía que había regresado con la cabeza más amueblada. Según informa el Diario Marca, Quincy no se ha presentado a las dos últimas sesiones preparatorias sin motivo aparente. Simplemente no ha aparecido.
Esta historia me suena. Quincy hizo lo mismo en Vigo cuando militó en el equipo en la Temporada 2007-08. Pero no fue solo una vez, sino varias. Miembros del club llegaron a presentarse a su casa sin que el jugador aceptase abrir la puerta mientras los invitaba a marcharse aduciendo problemas de salud. Otra vez se marchó a Londres sin previo aviso. Cosas de la edad, pensábamos.
Su pista se perdió en Inglaterra, donde no destacó excesivamente, hasta que este verano el Málaga lo llamó para su proyecto faraónico, perdón el proyecto de su jeque, que va camino de convertirse en una tragedia griega si finalmente cae a Segunda División. Justo ahora que el equipo asoma la cabeza fuera de los puestos de descenso, Quincy abandona. Es probable que ya no vuelva a jugar en el Málaga.
En Vigo alucinábamos cuando se anunció su fichaje y comenzamos a bucear en Youtube. Allí veíamos embobados aquel vídeo de Quincy en el que se le comparaba a Messi y comprobábamos con estupor como había compartido el balón de Oro de un Mundial Sub-20 con la consagrada estrella argentina. ¿Cómo era posible que ese futbolista fichase por un Celta en Segunda División?
Esa misma pregunta nos la seguíamos haciendo tras su debut. Deslumbrante. Rápido, desequilibrante... parecía que la categoría se le quedaba pequeña. Pero el tiempo pasó y fue poniendo a cada cual en su sitio. A Quincy no le sentaron bien las compañías. Diego Costa, otro jugador con potencial pero con la cabeza poco amueblada, era su mejor amigo, y el resultado el esperado. Quincy se evadía. O no acudía a entrenar o no prestaba atención. El brasileño ha demostrado que el paso del tiempo le ha sentado bastante bien, pero Quincy parece que no.
En Málaga también alucinaron con él cuando empezó la temporada y Quincy era una de las estrellas de aquel equipo que aniquilaba a sus rivales a la contra con el ghanés como jefe de operaciones. Fueron apenas cuatro partidos. Hasta que empezaron a conocerlo.
Quincy es un futbolista dotado de unas condiciones increíbles, pero falto de fundamentos. No conoce el juego, no lo entiende y no parece importarle. Para ser un gran futbolista no solo basta con ser un portento físico y tener regate. Hay que saber que hacer en cada momento, que es más inteligente. Cuándo correr y cuando pararse. A Quincy eso le cuesta, pero se tolera. Lo que jamás se le perdonará es su actitud, y tres años después, parece ser la misma.
Una pena. Es un futbolista con un potencial increíble que se perderá por su mala cabeza. No es el primero ni será el último.

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