Tan real que no parece un sueño



Como celtista, me he llevado tantos golpes en los últimos años, que tengo la piel curtida, dura, hasta el punto de llegar a hacerme casi insensible. Tantos años de desesperanza me han convertido en un aficionado pesimista, que se esperaba lo peor en cualquier situación, por buena que fuese. El Celta me ha convertido en precavido, prudente, desconfíado. Nos han remontado partidos ganados tantas veces que hasta un 5-0 a favor puede parecer un resultado corto.

Comenzamos la temporada de forma parecida a otros años, pero sorprendentemente el equipo se fue reponiendo. Se ganó el segundo partido ante el Numancia y ante el Córdoba se consiguió de una manera muy poco habitual en Casa Celta: Remontando un resultado adverso y marcando en el último minuto. No se recordaba tal cosa.

Fue quizás ese día cuándo nos dimos cuenta de que algo había cambiado. Este equipo era más fiable, mucho más cuando encadenó 6 victorias consecutivas, alguna de ellas especialmente meritoria, como aquella de Huesca, donde el Celta se sobrepuso a un empate con un penalty injusto que conllevaba además la expulsión de Trashorras. Ese partido, el año pasado, hace dos o hace tres se hubiera perdido, pero aquel día no sólo eso, sino que encima se ganó.

La temporada fue avanzando y el Celta se mantenía en lo más alto. La "mini crisis" de Noviembre (4 empates y una derrota) nos hizo entender que el objetivo sería complicado, pero el equipo se sobrepuso. Llegamos a las navidades con las opciones intactas, pero desconfiando de un mes de enero con cuatro partidos a domicilio (Rayo, Elche, Cartagena y Barcelona B ni más ni menos) y uno en casa... y el Celta lo supero con nota. 3 Victorias y un empate, sólo empañado por el empate en el partido de casa ante el Xerez.

Luego volvió otra reflexión del celtismo en los últimos años; El Celta siempre flojea en el mes de febrero. Los datos están ahí, ha pasado ultimamente y uno llega a pensar que no es casual. Los agoreros apuntaban otro dato: Al Celta se le dan mal los equipos de abajo. No sé porque lo dicen, pero lo dicen. Da igual, terminado el mes de febrero con 3 victorias (Numancia, Tenerife y Nástic) y un empate ante el Córdoba en el Arcángel. 10 puntos de 12 posibles que le convierten en el mejor equipo del mes con el permiso de un enrachado Girona.

Mi fé en el equipo ha ido aumentando, desde la perplejidad de aquellas seis victorias, a la realidad de que este equipo está hecho para ascender, pasando por aquellos momentos de dudas en los que llegué a pensar que tal vez la Liga nos pondría en nuestro sitio. Y lo cierto es que, en realidad, así ha sido. La Liga ha puesto al Celta donde merece: En la primera posición.

Este Celta candidato al ascenso es una realidad, una maravillosa realidad. Cuándo en navidades hacíamos balance en la tertulia de "El fútbol es celeste" me preguntaron si creía en el ascenso con el corazón o la cabeza. En aquel momento dije con el corazón, porque así era. Tenía dudas de que el equipo se mantuviese arriba, pero a día de hoy puedo decir bien alto y muy orgulloso que creo en el ascenso con la cabeza, como cualquier aficionado imparcial lo ve ahora mismo.

El Celta se ha ganado el respeto y la aprobación del fútbol español. Es un candidato al ascenso y no solo por el nombre como lo es cuando empiezan todas las temporadas. Lo ha demostrado logrando en 26 jornadas más puntos que en las 42 jornadas de cada una de las tres temporadas anteriores.

Este Celta ya no es que nos ilusione con un posible ascenso, es que nos está demostrando con hechos que lo va a conseguir, y ahora mismo tengo una mezcla de sensaciones. Por un lado, ese cosquilleo en el estómago cuando pienso en el mes de junio, y por otro esa sensación de que, ahora que cada vez nos vamos haciendo más a la idea, siempre puede surgir el temor a perder lo que damos por hecho.

Falta mucho. Muchas cosas pasarán de aquí a final de temporada. Quedan 48 puntos en juego. 16 maravillosas finales y poco más de tres meses para que explotemos de alegría o nos derribe la tristeza. El fútbol es maravilloso, y ser del Celta, muy grande.

Todo esto es tan real, que no parece un sueño.


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