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Foto: Alba Villar / Faro de Vigo |
Con Carlos Mouriño cada vez más ausente, la figura de Marian Mouriño va ganando peso con el paso de los días. Su nombramiento como nueva presidenta del Celta, la primera en la historia del club, tendrá lugar en la próxima Asamblea de Accionistas. Será entonces cuando su cometido esté acorde con su cargo en el club, que oficialmente ahora es el de Directora General interina.
A la espera de que se confirme en su nuevo cargo, la presidenta de facto está recibiendo el cariño de la prensa. Hace unos días La Voz de Galicia publicaba un artículo titulado "Estanse vendo cambios positivos con Marian", que contaba con el testimonio de 4 de las 122 peñas inscritas en la Federación de Peñas de Celta. Ayer fue Relevo quien destacó la labor de la hija del todavía presidente céltico: "Era lo que necesitaba el Celta", citando declaraciones de empleados y exempleados. Obsérvese el tiempo verbal en pasado, y la sensación de que teníamos la opción de elegir.
Es curioso emplear ese tiempo verbal para alguien que todavía no ha sido nombrada presidenta, y como destaca La Voz, "se están viendo cambios positivos", cuando aún no ejerce en teoría como presidenta. Y es que desde el mes de junio su peso en el club ha sido muy importante, y es responsable de los cambios que se han producido en el club, muy importantes con cambios sustanciales en cargos ejecutivos, así como de la planificación deportiva. ¿O es solo responsable de las cosas buenas?.
Sorprende ese apoyo condicional a la presidenta cuando todavía está en la fase del beneficio de la duda. Su trabajo tocará juzgarlo más adelante. A día de hoy, insistimos, todavía no es presidenta, aunque ejerce como directora general, que es un cargo suficientemente importante, pero todavía las críticas son mayoritariamente para su padre, aunque no haya sido totalmente responsable de los últimos cambios.
A la nueva presidenta habrá tiempo para juzgarla. Si llega a tener un cargo longevo solo cabe desearle suerte, que será la nuestra, pero considero que es prematura juzgarla, para bien o para mal. Será el tiempo, ese juez implacable quien de y quite razones. Y en este caso, para el bien del club, ojalá acabe dándosela a quienes la defienden y a ella misma, y que aquel episodio de 2009, cuando el Celta tuvo que indemnizar a un trabajador con 65.000 euros por mobbing, solo sean cosas del pasado.
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