Se suele decir que la clasificación en las primeras jornadas no es un fiel reflejo de la posición de cada equipo en LaLiga. Sin embargo, en el caso del Celta está haciendo justicia al triste inicio de una temporada que nos prometieron que sería ilusionante. El juego del equipo es bastante mejorable, aunque es algo que ya esperábamos con el fichaje de un técnico como Rafa Benítez, que siempre ha sido resultadista.
Lo que al menos esperábamos era eso; resultados, que hasta la fecha no están llegando. Cierto que por delante quedan 31 jornadas y se puede revertir la situación. Este tipo de obviedades que todos sabemos y que se repitieron mucho tras el partido de ayer. Sí, sabemos que queda mucha temporada, y no conocemos el futuro. Lo que estamos analizando es lo que ha pasado hasta ahora, y es bastante preocupante.
Pero si lo de las seis primeras jornadas podía ser defendible, lo vivido ayer considero que debe ser una invitación a la preocupación. El rival ayer era el Deportivo Alavés, otro equipo que dejó en Vigo síntomas bastante preocupantes, y que fue incapaz de vencer a un Celta totalmente derrotado en la segunda mitad, presa de los nervios. Cualquier equipo que se precie se hubiera llevado los tres puntos ayer de Vigo con relativa facilidad.
Mientras se mantuvo la igualdad de efectivos el equipo vitoriano apenas inquietó la portería de Iván Villar, y si hubo zozobra fue por los nervios del cancerbero en la primera mitad. Poco más. Pero tampoco el Celta fue capaz de hacerle daño a un equipo que ya mostró en partidos anteriores sus problemas defensivos.
Dice mucho de la temporada que se está marcando el Celta que el primer gol a favor en Balaídos llegue en su cuarto partido, y que sea en propia meta sin intervención del equipo celeste, tras una cesión lamentable que se acaba metiendo en la portería del Alavés. Lo único positivo es que tras siete jornadas de fútbol preocupante, el equipo está fuera del descenso, algo que en todo caso puede cambiar en la próxima jornada.
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