Pocos jugadores han dejado tanta huella en el Celta jugando apenas cinco minutos con la camiseta celeste. El caso de Welliton ejemplifica a la perfección lo que es un fichaje de relleno que no da resultado. Corría el mercado de invierno de la Temporada 2013-14, el club celeste necesitaba un delantero, pero no quería gastar mucho dinero.
La mejor opción que encontró fue la cesión de Welliton, un delantero brasileño, que había triunfado en Rusia, donde no vivía su mejor momento. Llegó a Vigo tras entrenar por su cuenta durante varias semanas, físicamente no estaba al cien por cien, y no contó para Luis Enrique, que solo le ofreció cinco minutos en un partido disputado ante el Elche.
Durante su estancia en Vigo, Welliton fue más protagonista por situaciones extradeportivas que por su relevancia en un terreno de juego. De hecho, su presencia con el equipo se limitó a cinco minutos ante el Elche, en el Martínez Valero, donde no llegó a tocar un balón. El Celta perdió, y no se le volvió a ver con la camiseta céltica, que no celeste, ya que jugó con la segunda equipación.
Welliton fue noticia por otras cuestiones. En una ocasión plantó a los medios de comunicación cuando iba a dar una rueda de prensa. Se calificó como un malentendido y se aplazó hasta el día siguiente, pero tampoco apareció. Ya no aparecería más. El entrenador céltico, Luis Enrique, comenzó dejándolo fuera por su condición física, pero no pasó por alto sus constantes actos de indisciplina, que le cerraron totalmente las puertas a la titularidad, desapareciendo incluso de las convocatorias.
Uno de ellos trascendió a la prensa, para desgracia del propio futbolista. Sucedió a las 05:05 de la madrugada del cinco de mayo, cuando la policía local de Vigo detenía al jugador por conducir borracho en un vehículo en el que viajaban seis personas, una más de las permitidas. Welliton fue interceptado en un BMW de color oscuro, modelo 520D, mientras iba por Urzaiz. Los agentes lo vieron a la altura de la calle Príncipe con la música a un volumen elevado y a gran velocidad. Después de girar por Gran Vía, el deportistas se saltó los semáforos en rojo que hay hasta la plaza de España. Finalmente, los policías lo interceptaron en el cruce con Hispanidad después de perseguirlo una dotación del GOA, unidad especial de operaciones de élite.
Los agentes comprobaron que en el coche, además del jugador Welliton, viajaban otras cinco personas. El joven presentaba claros síntomas de estar bajo los efectos de las bebidas alcohólicas. Tras efectuarle la prueba, arrojó un resultado de tipo penal. En concreto dio una tasa de 1,30, más de cinco veces la autorizada. La primera frase de Welliton tras ser detenido por los policías fue: "Soy Welliton, jugador del Celta", justificando su estado por la celebración de la permanencia recientemente alcanzada por el conjunto celeste.
El Celta decidió aplicar al futbolista la máxima sanción que contemplaba el régimen interno del club, aunque no expulsa al jugador de su disciplina. Un día después, fue condenado a través de un juicio rápido, a estar un año sin carné y una multa de 9.000 euros por un delito de conducción bajo los efectos del alcohol.
En su declaración ante la juez dijo que estaba "arrepentido" y que "no quería dar mal ejemplo". Su abogado, Manuel Carpintero, afirmó a la salida del juicio rápido que su cliente volvía del centro de Vigo y se iba para casa, que iba con unos amigos y amigas, y que celebraban la permanencia en Primera División. El letrado afirmó que el jugador no contaba que la "cosa estuviese tan calentita", en referencia a que no contaba con dar una tasa tan elevada de alcohol. El futbolista dio 1,30 miligramos por litros de aire espirado, casi seis veces más cuando el máximo legal permitido es de 0,25.
El cinco fue un número maldito para Welliton durante su estancia en el Celta. Cinco fueron los minutos que jugó durante sus cinco meses en Vigo. El cinco formaba parte de su dorsal, y la acción que le hará famoso sucedió un día cinco, del mes cinco, a las cinco y cinco de la madrugada. Se le impuso una sanción en el juzgado de instrucción número 5 de Vigo, por multiplicar por cinco la tasa de alcoholemia.
Tras dejar el Celta jugó durante tres temporadas en Turquía, y posteriormente en los Emiratos Arábes Unidos, donde completó alguna temporada interesante. En 2021 regresó a su país natal para fichar por el Goiás, y en 2022 firmó por el Novorizontino, con el que colgó las botas al final del pasado año, cerrando una carrera que prometía mucho más de lo que acabó siendo.
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