¿Te acuerdas de... Jimmy Hagan?


Haggan, de pie, segundo por la izquierda en el equipo que ascendió en 1987 en Sestao
Fue un líbero con elegancia al salir con el balón controlado. Su fútbol sencillo y sin necesidad de brusquedades le hizo acreedor al trofeo al Juego Limpio. Comenzaría su carrera en el Larne, equipo de la liga irlandesa en el año 1974. En 1976 ganaría el galardón de jugador joven del año en la liga del Ulster. En 1977 es traspasado al Coventry inglés, donde jugaría 3 temporadas. Las lesiones no lo respetan y apenas puede jugar en el Coventry por lo que es cedido a un equipo de la segunda inglesa, el Torquay United.

Aquí iniciaría su aventura más exótica que lo llevó a jugar en Estados Unidos (Torquay United) e incluso en Hong Kong, jugando en el Seiko. Tras su aventura en tierras asiáticas volvería al Coventry del que saldría finalmente para llegar al Birmingham City, dónde jugaría por un periodo de 5 años.Llegó al Celta procedente del Birmingham en la Temporada 1986-87, la temporada del ascenso, siendo una pieza importante en la zaga celtiña durante el play-off que conduciría al Celta a la División de Honor del fútbol español.

Este hombre no conoció los negativos, ni los desencantos, ni las frustraciones. Sólo estuvo tres años con nosotros, pero su estampa de libero inmaculado rompió la estadística del equipo ascensor. Llegó en 1986 a uno de los mejores equipos de Segunda y se marchó en 1989 dejándolo entre los mejores de Primera, corriendo al vestuario con lágrimas en los ojos y aturdido por el estruendo de la más cariñosa ovación.

Hagan era un hombre alto, irlandés, de ojos azules, rubio, muy celta. Desde el primer balón conectó con el público y con los compañeros exhibiendo las virtudes que más gustan a los devotos de los líberos: estilo, don de mando hasta sin quererlo, elegancia, carisma, visión y clase. José Luis R. Marcos, cronista de Faro de Vigo, lo definió mejor que nadie diciendo que como jugador, igual que el correo de Belfast, es lento pero puntual; y como persona, un rasgo predomina sobre todos los demás: su caballerosidad.

De su puntualidad en los cortes defensivos dejó para el recuerdo una memorable actuación en Sestao. Aquel partido valió para el Celta un ascenso, y para Hagan un vínculo de sangre con la afición. De regreso a Vigo, con la plaza del Rey abarrotada de banderas celestes, los jugadores fueron saludando uno por uno desde el balcón del Ayuntamiento, pero cuando llegó el turno del zaguero irlandés el delirio del celtismo explotó. Lucas y Gustavo Lo izaron a hombros, los aplausos emocionaron a las banderas y la plaza del Rey se convirtió por unos instantes en la Plaza de Jimmy Hagan. Cuentan algunos que la renovación del contrato que expiraba allí mismo se decidió.

Con el equipo en Primera, y con un entrenador poco amigo de la vistosidad, Hagan fue titular indiscutible en todos los partidos ligueros y se hizo pieza clave en la buena campaña que se consiguió. EL diario Ya de Madrid le premió como el mejor futbolista de la temporada 87/88, y sus treinta y un años cargados de experiencia y saber estar —muchos para los hábitos de entonces— se ganaron una nueva renovación.

En su última campaña conoció un banquillo por dentro en algunas ocasiones, pero siguió exhibiendo todo su sentido de la colocación, su concepto sublime del fútbol y por su puesto su inherente perfil de caballero que le llevó a conquistar el trofeo a la deportividad.

En 1989, con 33 años abandonaría el Celta, siendo aún hoy recordado por todos los que lo conocimos como jugador del Celta por su honradez durante los años en que vistió, con orgullo, la camiseta celeste.
Su último partido con la camiseta del Celta lo disputó en Balaídos frente al Atlético de Madrid. Ganaban los madrileños por 0-3, el juego estaba parado por una tangana, dos hombres se revolcaban en el suelo, y los pitos del público hacia el árbitro llegaban a ensordecer. Era el peor momento para las emociones, pero cuando se anunció el cambio del “4” la bronca cedió el paso a la ovación. El estadio se puso en pie y le tributó los aplausos más bellos, pero nunca sabré si iban dirigidos al líbero elegante que dio un curso de colocación, al profesional honrado y sereno que durante tres años enalteció el escudo del club o al amigo cariñoso y sencillo de todos los celtistas. Caló muy hondo entre la afición por no ser una estrella, sino simplemente un excelente chaval que jugaba de forma soberbia al fútbol-fácil. No era Krol ni Beckenbauer porque tampoco el Celtiña era el Ajax ni el Bayern de Múnich. Era sólo Jimmy Hagan, pero nosotros lo adorábamos.

Tras su periplo en el Celta retornaría al Larne (1989-90) de donde pasaría al Ik Oddevold sueco (1990-91) para posteriormente regresar a su país dónde comenzaría su trayectoria como entrenador-jugador en el Ballyema United (1991-93), Carrick Rangers (1993-94) Larne (1994-95), Crusader (1995-96) y Coleraine.

En 2005 volvió a entrenar al equipo de su vida (Larne) pero fue cesado debido a una mala racha de resultados.

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