Internacionales del Celta | #1 Luis Pasarín



Con el debut de Fran Beltrán con la selección absoluta, ya son 22 los jugadores del Celta que son internacionales vistiendo la camiseta celeste. En los siguientes días repasaremos cuales han sido estos futbolistas, acercándonos un poco a su trayectoria deportiva. 

#1 Luis Pasarín 

Cuando empieza a prepararse para el bachillerato en el colegio San Luis Gonzaga comienza también con la práctica del fútbol. En 1.918 pasa a formar parte del Athletic Pontevedra y juega como interior derecha o como medio del mismo lado. Pasarín empezó a jugar en el primer equipo del Celta desde que se fundó, en 1923, con 21 años.

Antes había jugado en Madrid, en la Ferroviaria. Había ido a Madrid a estudiar Derecho, pero parece que se dedicó a todo menos a estudiar. De vuelta a Galicia, jugó en el Vigo Sporting. Lo del fútbol se lo ocultó a su padre (llegó a jugar con el seudónimo de "Suarez"), hasta que un día aquel le dijo: "creo que eres uno de esos que corren tras una pelota en pantalón corto. Parece que lo haces bien". Con esta galaica aprobación, Pasarín siguió con el fútbol, hasta llegar al Celta.

En 1923, con el nacimiento del Real Club Celta de Vigo, Pasarín entraba a formar parte del nuevo club, del que sería uno de los primeros capitanes.

Pasarín es un fijo en la alineación y ocupa un nuevo puesto: defensa izquierdo. Es un verdadero atleta, le da con las dos piernas, remata bien de cabeza y tiene un disparo durísimo. Las mejores cualidades para un defensa de la época. Disponía de un sentido innato de la colocación que parecía absorber los pases del enemigo. 

En  aquella época se jugaba con dos defensas, en campos que eran verdaderos patatales, balones defectuosos, etc, lo que no favorecía los alardes técnicos. El cometido de los defensas era alejar el balón. Estaba mal visto retrasar la pelota al portero (se consideraba falta de recursos, y los espectadores lo pitaban). De sacar el balón jugado, ni noticias. Como los entrenadores  no eran relevantes, los jugadores aprendían sobre la marcha… 

Otra característica de la época es que los deportistas no se cuidaban como ahora, y la preparación física era casi inexistente (todavía en los años 50 se entrenaban solo dos o tres días a la semana, un par de horitas), de manera que a los 30 años un jugador era un veterano.

De tácticas ni hablamos. Nos cuenta el hijo de Pasarín, que su padre le contó, muerto de risa, que en uno de los partidos internacionales que jugó, el seleccionador reunió a todos los jugadores en el vestuario, recitó la alineación y remató la faena con las siguientes instrucciones tácticas: "y ahora ya sabéis: cojones y cada uno a lo suyo".

Pasarín había aprobado en 1.922 unas oposiciones al Ministerio de Trabajo. En el Celta cobraba cuando había dinero pero como no era profesional tenía más libertad para hacer lo que quisiera. Con 22 años fue llamado a la Selección para ir a Milán a jugar contra Italia. Como hacía poco que había ingresado en el Ministerio declinó la invitación para no pedir permiso.

En mayo de 1.924 debutó oficialmente con el equipo nacional en el estadio de Chamartín frente al Newcastle. Fueron varias las ocasiones en las que Luis tuvo que decir no a la Selección por sus deberes administrativos. Posteriormente participó en los juegos olímpicos de París. Jugaría un total de 6 partidos con la selección, siendo el último contra Hungría en Vigo (4-2), el 19 de diciembre de 1926, pero pudieron ser muchos más, si sus obligaciones fuera del fútbol se lo hubiesen permitido.

Pasarín, segundo por la izq., en un encuentro con la selección española

Tras varios años en el Celta consiguiendo varios títulos gallegos, con la aparición de la liga española, el Celta no pudo igualar la oferta procedente del Valencia, y Pasarín jugaría en  primera división con el club che.

Sus mejores años en Valencia  fueron la del 30, en la que, a poco de llegar, obtuvo la capitanía, y la del 34, final de Copa incluida, ambas con Torregaray a la derecha (el dúo recibía el honroso apelativo de 'Las Columnas de Hércules').

Durante un buen tiempo lanzó los golpes francos, y en cierta ocasión removió la portería, por entonces no muy cimentada, al estrellar uno en el larguero. Al recibir la baja se incorporó al Ministerio de Trabajo como funcionario, pero la afición le pudo más y acabó jugando en el Nacional de Madrid.

Como decíamos antes, Pasarín era un verdadero atleta, sumamente rápido y ágil. En realidad, hasta el año 1933, mantuvo su velocidad. En el 34 ya había ganado algo de peso (no hay más que ver las fotos) y, en el 35 se retiró. Por cierto, nos cuenta su hijo Luis, que cuando le preguntó porqué decidió retirarse, le dijo: "un extremo del Barcelona me echó el balón a un lado, se puso a correr y ya no le cogí. Hasta entonces nunca me había pasado, jamás se me había ido uno por piernas. Al quitarme las botas en el vestuario, decidí que jugar al fútbol se había acabado para mi".

Tras la guerra se sacó el título de entrenador y se encontró de seleccionador nacional en 1946. Entrenaría después a Valencia, Malaga, Oviedo, y volvería a Vigo para entrenar al R.C. Celta. Luis Casas Pasarín como entrenador y seleccionador tiene un capítulo aparte en la historia del fútbol.

Dicen de él, que  no estaba contento en un club se largaba. Eran las ventajas de ser amateur, al menos en los inicios de su carrera. El fútbol era para él un deporte más como lo eran la natación, el montañismo y el remo. Era un carácter recio que no se dejaba dominar y así se fue labrando la fama de rebelde. Un rebelde, que será para siempre una de las principales figuras de la historia del futbol español, y de la historia del Celta en particular.

Ficha de Pasarín en Yo Jugué en el Celta

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