Lo que mostró Emre Mor durante el verano y en las primeras jornadas de Liga fue un espejismo. Después de dos infructuosas cesiones a Olympiakos y Galatasaray, el internacional turco regresó a Vigo dispuesto a redimirse y cambiar la opinión de club y aficionados. Parecía tomárselo en serio, con un preparador físico propio e incluso un mentalista. Todo para, por fin, triunfar en el Celta.
Parecía una misión complicada, pero los brotes verdes eran evidentes durante la pretemporada, y también destacó en el arranque liguero frente al Eibar, donde a punto estuvo de marcar un gol de bandera. Pero el paso del tiempo ha ido minimizando a aquel Emre Mor, hasta convertirlo, de nuevo, en un futbolista con presencia residual en el equipo.
La llegada de Coudet no ha ayudado. Apenas ha jugado, y cuando el técnico argentino le ha dado una oportunidad no la ha aprovechado, véase el caso del partido ante el Getafe, donde no aportó casi nada. Tampoco lució en Copa ante el Ibiza, aunque marcó un buen gol ante la UD Llanera.
Su situación sigue preocupando en el club. Pablo Carballo detalla en La Voz de Galicia el momento que está viviendo Emre Mor: “No sabemos muy bien qué hacer con él. Mantiene un cierto cartel internacional, pero no está por la labor de buscarse una salida ahora mismo”, señala Carballo refiriéndose a una frase pronunciada por un directivo celeste.
A Emre le queda un año y medio de contrato, y el próximo curso entrará en su última temporada, con el fantasma de una posible salida sin dejar un euro en la caja, confirmando así el ruinoso negocio que fue su contratación. El alivio es que según estas informaciones, los 13 euros de su traspaso incluían variables de rendimiento, que obviamente no se cumplieron, por lo que tanto este importe como el de su sueldo se han visto reducidos.
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