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Foto: LFP |
El Celta no dejaba la portería a cero desde el lejano 12 de septiembre, cuando inauguró la Liga 2020-21 en Ipurúa. Once partidos después, el guardameta celeste, en esta ocasión Rubén Blanco, no tuvo que recoger el balón del fondo de su portería, pero más importante aún es que el rival ni tan siquiera fue capaz de disparar entre los tres palos.
Es algo que a lo que seguramente no nos acostumbremos en el futuro. El sistema del Chacho asume cierto riesgo, y eso puede traducirse en goles de los rivales, que dolerán menos si el casillero de goles a favor es superior. En sus dos primeros partidos el equipo encajó goles, cuatro ante el Sevilla, y uno ante el Granada, yendo por detrás en el marcador en algún momento.
La tercera prueba de los de Coudet ha sido diferente. El equipo ha logrado mantener su esencia ofensiva, protegiéndose un poco más en defensa. Los próximos partidos determinarán si hubo más mérito del equipo vigués, o demérito de un desdibujado Athletic que cayó en la trampa urdida por el preparador celeste.
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