Brais Méndez crece por dentro



Es innegable que algo ha cambiado en la carrera de Brais Méndez en los dos últimos años. El de Mos ha pasado de ser una de las grandes promesas de la cantera celeste, a convertirse en uno de los futbolistas más odiados por el celtismo, centro de las iras de la afición en cuánto su rendimiento bajó con respecto al de su primer año con Unzué, o incluso de la primera parte de la siguiente temporada. 

Todo eso se ha unido a la caída en picado del equipo, que ha pasado de pelear por meterse en la final de la Europa League a salvarse de milagro, con partidos muy malos que han exasperado a la afición en los últimos tiempos. Y ese enfado lo han pagado jugadores como Denis, Santi Mina, Hugo Mallo, y sobre todo Brais Méndez. 

Pero el talento que tiene es innegable, y es trabajo de los entrenadores intentar sacarlo a relucir. El viernes sucedió, y puede tener mucho que ver con la disposición en el terreno de juego. Brais jugó más como interior de lo que viene siendo habitualmente, y ahí gana mucho al contactar más con el balón. Su trabajo defensivo también fue notable, y a poco que estuviese más acertado se podía ir con dos goles en el bolsillo, además de un penalti y la expulsión de Boyé,  aunque ahí el acierto debería ser del colegiado. 

Y es verdad que esas dos ocasiones las falló, pero más allá de eso es un futbolista que siempre aparece, nunca se esconde ni evita el contacto con el balón. Cuando no está acertado puede ser un problema, pero cuando tiene el día beneficia mucho al equipo, porque descarga a sus compañeros y permite una salida limpia de balón, especialmente jugando en esa posición. Brais, a pesar de las innumerables críticas que recibe, es un futbolista muy aprovechable, patrimonio del club, y un futbolista al que no debemos dejar caer. 

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