Jacobo González no olvidará fácilmente el 27 de junio de 2020, el día en el que tuvo la oportunidad de debutar como jugador de Primera División. Nacido hace 23 años en Madrid, Jacobo pasó por las categorías inferiores del Real Madrid, hasta llegar al juvenil. También pasaría por la cantera del Alcorcón, antes de debutar profesionalmente con el equipo alfarero en Segunda División, en la campaña 2016-17.
Antes de recalar en el Celta en el verano de 2018 jugó en el Rayo Majadahonda y en el Villanovense, en la categoría de bronce. Con el filial céltico ha disputado 43 encuentros, anotando 8 goles, 7 de ellos esta temporada, que está siendo la más completa en su carrera como futbolista.
Y ayer tuvo la oportunidad de dar el salto al primer equipo. Las lesiones de Juncà y Olaza dejaron huérfano el lateral izquierdo, y Óscar apostó por él para la posición de carrilero. Ni que decir tiene que no es sencillo debutar en Primera División ante todo un Barcelona y jugando en una posición que no es la más habitual. Y por eso tiene mucho mérito cumplir como lo hizo Jacobo.
Nada se le puede reprochar, ni los fallos lógicos de la inexperiencia, ni que seguramente el partido se le estaba haciendo largo y por eso fue sustituido. El de ayer es uno de esos partidos que sirven para acumular más experiencia que una temporada completa. Hoy seguramente se sienta más futbolista, y Óscar sabe que responderá si es necesario en el futuro.
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