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| Foto: LFP |
El regreso de Rafinha se hizo esperar pero mereció la pena. El internacional brasileño cumplió en el Estadio Metropolitano, convertido en uno de los mejores jugadores del equipo vigués, seguramente solo superado por el imbatible Rubén Blanco. En su regreso a la competición, después de la lesión que le impidió estar ante el Granada, Rafinha se convirtió en el faro del Celta en la medular.
Rafinha partió teóricamente de la banda derecha, pero se movió con mucha libertad por toda la franja ofensiva celeste, hasta el punto de que era muy habitual verlo por el centro o incluso pegado al otro costado. Se convirtió en el mejor amigo de sus compañeros, siempre bien situado para recibir el pase, y sabiendo que hacer con el balón cuando éste le llegaba. Además es destacable su desgaste en labores defensivas.
Su presencia en el equipo es ilusionante. Se entiende bien con sus compañeros y su calidad saldrá a relucir en muchos partidos. La versión 2.0 de Rafinha es mejor que la que vimos hace seis temporadas en Vigo. Si lo respetan las lesiones, será uno de los mejores fichajes de la temporada. Y eso tiene mucho mérito a la vista del nivel de las contrataciones que ha cerrado el club celeste este verano.
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