El capital humano


Foto: Faro de Vigo
A veces las mejores historias se escriben con renglones torcidos. Si esta temporada acaba bien puede ser más provechosa que las dos anteriores, incluso que la del año de la Europa League. La afición celeste ha respondido a la llamada del club, que se vio con el agua al cuello y tuvo que invocar al celtismo. 

Desde aquel partido contra el Villarreal, cuando comenzó nuestra reconquista, la masa social celeste atraviesa uno de los momentos más dulces de los últimos años en su relación con el club y el vestuario. El club, que ha hecho tantas cosas bien, sigue con el trato al aficionado como su gran asignatura pendiente. 

Después de atravesar momentos muy duros durante cinco años en Segunda División, la masa social creció gracias al repunte de canteranos, y desde entonces hemos vivido grandes años. El primero con salvación en la última jornada, y a continuación llegó un crecimiento sostenido que llevó al equipo hasta las semifinales de la Europa League. 

Esa inercia no fue aprovechada por el club, que no logró mantener la masa social, e incluso vio como esta se reducía, alcanzando las más altas cotas de miseria, como diría Groucho Marx, esta temporada con las asistencias más bajas desde los el ascenso. 

Dicen del celtismo que es mejor cuando la necesidad aprieta, y este año ha sido un ejemplo. La respuesta ha sido escandalosa. Es precioso ver a la grada de animación, llena hasta la bandera, animando sin parar. No puede caer en saco roto. Esta tiene que ser la temporada del despegue definitivo de la afición. El club tiene que aprovechar el tirón con una campaña de abonados que resulte atractiva para esos aficionados dispuestos a ir con invitación, pero molestos por el precio elevado de los abonos. 

Hay que empujarlos a Balaídos, atraerlos y fidelizarlos. Con los exagerados ingresos de televisión actuales, la dependencia del dinero de los abonos es cada vez más ínfima. Esta campaña de abonados toca ajustar los precios a la baja y convencer a los que se han unido en las últimas jornadas de que su sitio está en Balaídos. Sino  todo esto habrá caído en saco roto. 

El futuro de cualquier club se sostiene en varios pilares, uno de ellos la afición. Hay que trabajar en los colegios, para que las nuevas generaciones vean al Celta como un equipo atractivo, pero también en los que sabemos que quieren animar al equipo cada fin de semana. Y que además han ayudado tanto en los momentos más complicados. Si el club es capaz de capitalizar este celtismo, habrá ganado más que si se hubiese clasificado para la Champions. 

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