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| Foto: EFE |
Maxi Gómez alcanzó el pasado viernes los 50 partidos de Liga con el Celta. Un año y tres meses después de su aterrizaje en Vigo, el delantero uruguayo es un jugador muy diferente al que llegó, pero manteniendo su obsesión por la portería contraria. En sus primeros 50 encuentros con el equipo vigués ha marcado 26 goles, lo que da una media superior a los 0,5 goles por partido.
Paralelamente vive siempre pegado a los rumores sobre una posible salida. El Atlético de Madrid ha sonado muy fuerte en las últimas horas, pero tanto el jugador como el Celta están, en apariencia, muy tranquilos. El de Paysandú no se prodiga demasiado ante los medios, lo que crea cierta incertidumbre, pero su comportamiento sobre el terreno de juego es intachable.
Tiene contrato con el Celta hasta el 30 de junio de 2022, y una de las fichas más bajas de la plantilla. La lógica impondría una más que merecida revisión de contrato, pero su futuro está condicionado por su pertenencia a la agencia Stellar Group, con quien ha cortado relaciones el Celta, así que pensar en una renovación es una auténtica utopía.
El próximo verano será difícil retenerlo en Vigo, pero el Celta sabe que puede cerrar una gran operación que le permitiría crecer con la contratación de otros futbolistas. Su rendimiento está siendo increíble, además de su mejoría constante como delantero. Ha aprendido y evolucionado a una velocidad de vértigo. Cualquier director deportivo acertará apostando por él, pero debe saber que su precio son 50 millones de euros. Que no es poco.
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