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| Foto: Alba Villar/Faro de Vigo |
Decíamos tras el partido ante la Real Sociedad, que más allá de la derrota y los errores que había podido cometer el Celta, Cardoso había dejado claro que tenía una idea y había conseguido, en gran medida, llevarla al terreno de juego. No era algo sencillo por los pocos entrenamientos que había podido completar con toda la plantilla.
Ante el Huesca se vio un Celta más hecho a la idea de Cardoso. No debemos obviar que el equipo aragonés es uno de los más flojos de la categoría, y que si no dan un volantazo pronto están condenados a regresar a la Segunda División, pero tampoco es menos cierto que cualquier equipo en La Liga puede te puede complicar las cosas si no estás a tono.
El Celta empezó flojo y con ciertas dudas en la salida de balón, pero fue creciendo con el paso de los minutos, y el primer gol del partido, que llegó a los 38 minutos de juego, ejemplifica de manera muy gráfica lo que espera Cardoso de este Celta. La jugada comienza en la defensa y acaba con un pase de la muerte de Hugo Mallo a Aspas, que no falla ante la portería rival.
Es una jugada sencilla, sin grandes alardes, pero preciosa si la observamos desde el principio. El gol nace en la defensa, con un pase de Araujo para Jozabed, el sevillano ve a Hugo Mallo subiendo por la banda, y el capitán se asocia muy bien con Brais, que le devuelve el balón con mucha clase para que el de Marín gane la línea de fondo y regale el tanto a Hugo Mallo. Jugada precisa y preciosa. Algo así es lo que busca Cardoso, que poco a poco va imprimiendo su estilo a un Celta que, por fin, vuelve a tener una idea de juego.
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