El año en blanco de Radoja


Foto: Xoan Carlos Gil/La Voz de Galicia
En el verano de 2014, cuando los servicios médicos del Celta comenzaron a sospechar que a Oubiña le costaría volver a jugar, la dirección deportiva contrató a un joven mediocentro que debía hacer olvidar al capitán. A Nemanja Radoja no lo conocía casi nadie en Vigo, pero muy pronto se ganó el respeto de la afición y del entrenador. 

Futbolista discreto y silencioso, más dado a hablar en el terreno de juego que delante de un micrófono, se fue ganando todos los minutos que tenía, y solo la irrupción de Augusto Fernández como pivote defensivo -gran descubrimiento de Berizzo- le restó minutos. Eso y las lesiones, que le han acompañado con cierta frecuencia durante sus cuatro años en Vigo. 

Desde su llegada, el Celta ha intentado ampliar su contrato, pero no lo ha conseguido. Después de enviar varias ofertas, y sin que ninguna de ellas encontrase respuesta, el Celta decidió dar carpetazo al asunto poniéndolo en el mercado. Le dio permiso para ausentarse durante las dos primeras semanas de la pretemporada, a fin de que cerrase su salida a otro equipo, pero no lo logró. 

Durante todo el verano recibió ofertas, pero ninguna le convencía. Tenía la promesa por parte del Celta de que, en caso de decidir seguir, no contaría con minutos, pero prefirió eso que aceptar  ofertas que no le llenaban, sabiendo que se exponía a un año en blanco. No sabemos si creyó que la amenaza no sería real, pero el caso es que aquí sigue, y después de ocho jornadas ya habrá comprobado que eso de un año en la grada no era una forma de hablar. 

Con la apertura del mercado de fichajes, en el próximo mercado de invierno, su nombre volverá a protagonizar muchos rumores. Para el Celta es la última oportunidad de sacar algo por su salida, y para él representa la necesidad de seguir jugando y sintiéndose futbolista. Lo lógico es que salga, pero también lo era este verano. 

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