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| Foto: Salvador Sas |
El 1 de agosto de 1987 parecía un día cualquiera en la historia de un Celta, que se disponía a comenzar una nueva temporada en la máxima categoría tras el ascenso logrado en Sestao unos meses antes, con Baltazar como gran figura. El brasileño era entonces la referencia ofensiva del equipo después de marcar 38 goles fundamentales para firmar el ascenso.
Aquel también era un día más en la marinera Moaña, que continuaba su vida sin saber que ese día nacería el que sería mejor deportista en la historia del pueblo: Iago Aspas, un niño que pronto se daría cuenta de que su pasión era un balón de fútbol y su equipo el Celta. Coqueteó con otros equipos, como muchos niños, pero al final su amor por el celeste le ha valido para ser, 31 años después, el Baltazar de este Celta, pero con una trayectoria a sus espaldas que le hace prácticamente incomparable en la historia del club. Tal vez Mostovoi. Y cada vez menos.
Aquel 1 de agosto de 1987 no éramos conscientes de lo que estaba pasando. El 6 de junio de 2009 tampoco sabíamos que iba a nacer una de las grandes leyendas del club. Asistíamos en Balaídos a un partido en el que el equipo vigués podía acercarse seriamente al abismo del descenso a Segunda B, tal vez de la desaparición, siendo rescatados por un joven Iago Aspas, que con sus dos goles certificaba la permanencia en la categoría de plata. Aquel día comenzó todo.
Tres años después colaboraría con 23 goles al ascenso del Celta a Primera División. Como Baltazar 25 años antes. Dejó al Celta en Primera un año después para probar, primero en el Liverpool y en el Sevilla. La fortuna, en clave celeste, quiso que no triunfase y comprendiese que como en casa nunca va a estar en ningún sitio. Y aquí está, con 31 años recién cumplidos y 117 goles en 279 partidos a sus espaldas, y la sensación de que estamos viendo en directo la historia del club. Al más grande que jamás ha vestido y vestirá la zamarra celeste.
Y parecía que aquel 1 de agosto de 1987 era un día cualquiera.
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