Hugo Mallo y el sueño de la selección


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo
El próximo 31 de agosto no solo será una fecha importante por el cierre de mercado, sino porque esa es la fecha elegida por Luis Enrique para dar su primera convocatoria como seleccionador español. El técnico asturiano, que entrenó al Celta en la Temporada 2013-14, tomó el cargo después del Mundial de Rusia, y ha comentado en varias ocasiones que tiene una lista de 70 jugadores, de la que tendrá que hacer importantes descartes. 

En las últimas fechas se ha venido hablando del nombre de Hugo Mallo como uno de los componentes de esa lista. No sería extraño, teniendo en cuenta que Luis Enrique lo conoce bien ya que lo entrenó una temporada, y todo su staff técnico también tuvo la oportunidad de estar con él el año pasado cuando formaban parte del equipo de Juan Carlos Unzué, con lo que pueden ponderar la evolución del futbolista en los últimos cinco años. 

El futbolista del Celta valoró sus opciones en El Larguero de la Cadena SER: “Ojalá sea verdad, tengo que reconocer que es muy difícil jugar en la selección. Hay muchos jugaores que trabajan como yo y lo hacen bien en su equipo. Me haría  mucha ilusión poder jugar en la selección, y ojalá algún día pueda cumplir ese sueño”, manifestó. 

El canterano está ante su gran oportunidad. Con 27 años recién cumplidos vive su madurez futbolística, repleto de confianza y con una enorme experiencia a sus espaldas. Ya ha jugado más de 300 partidos con la camiseta del Celta, algo que tan solo habían conseguido otros seis jugadores antes que él en la historia del club. Esta será su séptima temporada en Primera División, y su crecimiento ha sido evidente año a año. 

Tiene confianza y experiencia, además de talento y una reconocible ética de trabajo. Luis Enrique lo conoce, y si no es en la primera lista, seguro que encuentra el momento de darle una oportunidad. Sería un premio justo a su trayectoria futbolística. Luego, si esta oportunidad se da, tendría que ganarse un sitio en el equipo para que las llamadas fuesen habituales, como le ha sucedido a Iago Aspas. 

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