Fin al legado de Luis Enrique


Foto: Diario AS
Cuando llegó Luis Enrique al Celta en el verano de 2013 solicitó varios fichajes, entre ellos jugadores con pasado en el Barcelona, y más concretamente en la cantera. La Masía comenzó entonces a proveer al Celta de futbolistas, llegando a contabilizarse hasta cinco. Tres de ellos llegaron en la primera campaña para satisfacer  los deseos del técnico asturiano. 

Rafinha, un futbolista muy especial ya que se trataba del hijo de Mazinho, una leyenda celeste, llegó cedido una temporada y no continuó al final de la misma. A día de hoy sigue siendo uno de los objetos de deseo, no solo por parte de la afición, sino también de la directiva celeste. Junto a Rafinha llegaron Nolito y Fontàs. Los tres tenían algo en común: Habían jugado en el Barcelona B. Nolito fue uno de los fichajes más rentables del Celta, no solo por su rendimiento deportivo, sino por convertirse en el traspaso más caro en la historia del club, al ser vendido al Manchester City en 206 por 18 millones de euros. 

Un año después, y como compensación por la marcha de Luis Enrique al Barcelona, llegaron a Vigo totalmente libres, Sergi Gómez y Carles Planas. Los dos firmaron un contrato de tres años. El central sería renovado en el año 2016, después de una gran campaña, mientras que Planas cumpliría su contrato y se iría al Girona. Sergi Gómez abandonó el Celta esta temporada, después de que los intentos del Celta por renovar nuevamente su contrato no fructificasen. 

El último en salir ha sido Andreu Fontàs, al que le quedaba un año de contrato, pero de común acuerdo con el Celta decidió poner punto y final a su relación tras cinco temporadas. Dos de ellas buenas, y las restantes marcadas por una grave lesión sufrida durante la Temporada 2015-16. Fontàs era el último resquicio de la cantera barcelonista que aún seguía en Vigo. Con él se va una época con muchos jugadores catalanes y de La Masía.  

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