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| Foto: EFE |
Uno de los grandes protagonistas de la tarde en Balaídos fue Borja Iglesias. El delantero compostelano, traspasado este verano al Espanyol, regresaba a la que ha sido su casa durante los últimos años, en los que se convirtió en el máximo goleador histórico del Celta B. Tras el partido explicó que “tenía muchos sentimientos. Era un partido a nivel emocional para mí con una carga importante. Es cierto que de inicio me ha costado un poco. He ido creciendo”, explicó.
El futbolista fue silbado cuando se anunció su nombre, la primera vez que tocó el balón en el partido, y cuando fue sustituido, aunque también recibió aplausos, silenciados por la intensidad sonora de los pitos: “Cada uno tiene que dar su opinión, que es totalmente respetable. Sinceramente estoy muy contento de la decisión que he tomado. A partir de ahí al que le parezca bien, bien, al que no, lo siento. Cada vez que me ha puesto la camiseta del Celta la he defendido a muerte. He demostrado que tenía la capacidad de estar donde creo que me merecía y no he tenido la oportunidad. Aquí se ha apostado fuerte por mí, se me ha transmitido mucha confianza”, zanjó.
Borja Iglesias llegó al Celta en el verano de 2013, para jugar en el filial, con el que batió el registro histórico de Goran Maric. A pesar de sus grandes números con el Celta B, no acabó de contar con oportunidades en el primer equipo, y seguramente la gota que colmó el vaso de su paciencia fue la contratación de Maxi Gómez, cuando todo el mundo esperaba que Borja subiese al primer equipo. Salió cedido al Real Zaragoza y no renovó su contrato. Ya había tomado la decisión de que su tiempo en el Celta se había acabado. Este verano lo fichó el Espanyol. No era la única oferta que tenía.
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