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| Foto: Marca |
El Celta anunció ayer la renovación de Rubén Blanco, que firmó un contrato que le une al Celta hasta el 30 de junio de 2023, una demostración de confianza absoluta por parte del club, que ha apostado por él desde aquella irrupción salvadora en el año 2013, cuando le tocó salvar los muebles en las dos últimas jornadas que supusieron la agónica permanencia para el equipo celeste.
Entonces fueron muchos los que vieron en él al futuro de la portería del Celta, aunque tenía por delante a otros dos canteranos como Yoel y Sergio. El primero abandonaría el club un año después, tras una gran temporada a las órdenes de Luis Enrique, y quedaba Sergio, al que casi siempre le toca el papel de patito feo a priori, pero acaba siendo titular.
Ese ha sido el resultado en las últimas cuatro temporadas. Salvo en esta, Rubén apenas había tenido continuidad. Lesiones o bajo rendimiento, le habían impedido jugar una serie de partidos suficientes para crecer como guardameta y afianzarse en la portería celeste. Ninguno de los que vimos aquel día a Rubén Blanco ante el Espanyol, con la templanza de un veterano a sus apenas 18 años, hubiésemos creído a quien nos dijeses que cinco años después seguiría sin tener asegurada la titularidad.
Pero el fútbol es así, y normalmente no suele dar tantas oportunidades como las que ha tenido Rubén Blanco para caer y volver a levantarse. Algo deben de ver en casa Celta en sus virtudes ya que creen ciegamente en que puede ser el futuro de la portería del Celta, motivo por el cual le han ampliado el contrato hasta el año 2023, en contraste con la renovación de Sergio, a quien solo renovaron por una temporada, poniendo como excusa su edad.
Así pues, Rubén debe devolver al club la confianza mostrada. Su compromiso con el club es indiscutible, y eso es algo muy valorado en la sede de Príncipe: “El Celta era mi opción A, B, y C”, dijo tras sellar su renovación por cinco años más. Ahora tiene que ganarse ser la opción A, B, y C para la portería del Celta.
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