Los fichajes de invierno no logran ser relevantes


Foto: Juan Manuel Arroyo Moreno
El mercado de invierno siempre es complicado. Acertar con las piezas adecuadas en el mes de enero no siempre resulta sencillo, especialmente porque solo puede acceder a descartes de otros equipos, o jugador de mercado emergentes que siempre son una incógnita si se incorporan a mediados de temporada. 

El pasado año acertó con Jozabed, que fue un futbolista importante para dar descanso a los titulares en los partidos en los que rotaba Berizzo, e incluso también para participar en los encuentros más importantes de la Europa League. Fue un jugador cuyo rendimiento le hizo acreedor de ser adquirido en propiedad por el Celta al final de la temporada. 

Este año el Celta necesita un lateral izquierdo y un jugador de ataque. Así llegaron Robert Mazan, avalado por Lobotka, con quien compartió infancia y vestuario en varios equipos, y Lucas Boyé, fichado a última hora procedente del Torino. El primero llega en propiedad, para competir con Jonny por un puesto en el lateral izquierdo, mientras que Boyé llega cedido. 

Ha pasado más de un mes del cierre del mercado de invierno, y la presencia de ambos futbolistas ha sido testimonial e incluso decepcionante. Mazan jugó en Vitoria por la lesión de Hugo Mallo. Jonny pasó al lateral derecho, y el eslovaco fue lateral izquierdo. Solo duró 58 minutos en el terreno de juego. Unzué decidió hacer regresar a Jonny a la banda izquierda y situar a Wass como lateral derecho. 

Boyé tampoco ha tenido mucha más participación. Ha disputado 3 encuentros, pero sumando 32 minutos entre todos ellos. En sus apariciones, aunque le falta continuidad, no ha tenido demasiado éxito. En Getafe se le vio con muchas ganas, pero poco acierto, y el pasado lunes ante el Girona, apenas entró en juego. Se esperaba más de los refuerzos invernales. 

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