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| Foto: Eddy Kelele/EFE |
Una de las señas de identidad del Celta esta temporada era su capacidad para marcar fuera de casa. El equipo celeste anotó gol en sus 12 primeras salidas, algo muy meritorio por la dificultad de mantener una regularidad goleadora a domicilio. De ese modo consiguió victorias importantes que le auparon a las primeras posiciones de la tabla, e incluso llegó a sumar más puntos lejos de Balaídos que en su propio feudo.
Pero las rachas se acaban, y suelen dar paso a otras que nada tienen que ver. Y el Celta está ahora mismo en la racha opuesta. Ante el Alavés ya le costó un mundo marcar, y el tanto de Iago Aspas, un gol tras una maniobra preciosa, llegó en tiempo de descuento y no sirvió para rescatar ningún punto.
Pero lo peor estaba por llegar. Las dos últimas salidas del Celta han evidenciado cierta falta de ideas del equipo. Cierto que tanto Getafe como Girona son dos equipos muy serios en el aspecto defensivo, lo que dificulta seriamente la tarea de marcarles goles. De hecho, el Girona acumula cinco partidos consecutivos ganando y sin encajar goles en su estadio. Pero es innegable que el Celta ha perdido chispa, ha perdido aquella frescura que tenía en las primeras jornadas, y que le permitía, incluso jugando mal, generar ocasiones y acabar acertando en la portería contraria.
A lo largo de la temporada hay rachas, y esperemos que esta no sea más que una racha de esas en las que las cosas no salen.
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