Emre Mor, de lo poco salvable en Girona


Foto: EFE
Emre Mor era una de las peticiones de la afición celeste. El internacional turco, fichado el pasado verano a cambio de 14 millones de euros, no ha podido demostrar aún todo su talento, y nos tenemos que conformar con ver una parte todavía pequeña de su potencial. En los últimos encuentros había mostrado síntomas de mejoría, combinados con otros partidos en los que su aportación era más bien escasa. 

Pero el pasado sábado dio un paso importante. Pione Sisto estaba muy atascado en el partido ante el Eibar, y Unzué decidió dejarlo en el banquillo tras el descanso, ocupando su puesto el menudo extremo danés de origen turco. El cambio del equipo fue radical. A los 10 minutos de juego dio una asistencia de gol a Iago Aspas, pero más allá de este detalle, nos quedamos con la sensación de que cambió completamente la dinámica del equipo y propició la victoria celeste. 

Unzué no aclaró en la rueda de prensa previa al partido si Emre Mor tendría una opción en este encuentro, aunque teniendo en cuenta que la jornada intersemanal invitaba a la rotación, podía ser el momento ideal. Y finalmente se decidió. El pequeño extremo formó en el euipo inicial, algo que no sucedía desde la jornada 8, cuando el Celta visitó el estadio de Gran Canaria con la ausencia de Maxi Gómez. 

Y Emre Mor no defraudó. De hecho fue casi el único que no lo hizo. Mantuvo el tipo de principio a fin, aunque mostró ciertos signos de cansancio en la recta final. Sus arrancadas por velocidad supusieron el mayor peligro del Celta en ataque. Los zagueros del Girona eran incapaces de pararlo en carrera. Le sigue faltando finalizar bien las jugadas con el pase adecuado o el disparo correcto, pero empezamos a ver en él eso que vieron los que recomendaron al Celta ficharlo a cambio de 14 millones. Le sobra calidad. 

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