Desde la apertura del mercado europeo facilitada por la Sentencia Bosman, que permitía que cualquier futbolista de la Unión Europea pudiese jugar en cualquier país de europeo sin ocupar plaza de extranjero, la presencia de futbolistas foráneos aumentó en todos los equipos de La Liga, y también en el Celta. Además a ellos se unen los africanos, con tratados con la Unión que les permiten tener el mismo privilegio, y los futbolistas sudamericanos con pasaporte al tener ascendientes europeos.
En los primeros años de la apertura al mercado extranjero, cuando se permitían dos por equipo, que luego llegarían a ser tres, lo más habitual en el Celta eran jugadores argentinos, brasileños y balcánicos. La antigua Yugoslavia aportó un buen número de futbolistas buenos, bonitos y sobre todo baratos. Pero la desmembración de la federación balcánica, y la equiparación de precios con otros mercados ha provocado una enorme diversificación de las nacionalidades en el Celta.
Tras el ascenso, Torrecilla dio con el mercado danés, y tras la marcha del salmantino se ha continuado explorando con la llegada de otros futbolistas como Sisto, Hjulsager o Emre Mor, nacido y criado en este país. El verano pasado un nuevo país se unía a la lista: Eslovaquia. De allí procedía Lobotka, aunque venía de jugar en la liga danesa.
Como es habitual, cuando algo sale bien no hay que cambiar, así que el primer fichaje de este mercado de invierno ha sido de la misma nacionalidad, e incluso de la misma ciudad, para precisar aún más y asegurarse de su resultado. Eslovaquia se une a lista de países que han aportado más de un jugador al Celta, en la que ya estaban Brasil, Argentina, Serbia, Uruguay, Francia, Portugal, Chile, Croacia, Países Bajos, Venezuela, Bulgaria, México, Argelia, Bosnia, Grecia, Hungría, Letonia, Noruega, Paraguay, Perú, Rusia, y Dinamarca.
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