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| Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo |
El fichaje de Maxi Gómez fue duramente criticado por un buen sector del celtismo, que no acababa de entender la inversión de 4,3 millones de euros en un delantero desconocido para el gran público, y que tenía como único aval una buena temporada y media en un equipo de la liga uruguaya. Los comentarios que generó su llegada aún resuenan en nuestra cabeza.
No lo tuvo fácil el Toro de Paysandú. Su fichaje suponía la salida de Borja Iglesias, que tras marcar 34 goles en el filial decidió probar suerte en el Zaragoza en vista de que tendría pocos minutos en el Celta. Así que todas las miradas críticas estaban puestas en su rendimiento. El fútbol es además un deporte en el que cada semana los futbolistas se someten a un juicio sumarísimo.
Y pese a todo esto, semana a semana, Maxi va ganando todos los juicios. Acumula 10 goles en media temporada, y a pesar de que su inicio fue mucho más espectacular que los últimos partidos, el nivel de entendimiento con Aspas es prometedor. Unzué ha sabido ubicarlos en el campo de forma que ambos saquen partido a sus cualidades, sumando 22 goles entre ambos. Maxi no siempre marca, pero siempre ofrece algo, y demuestra cada semana que lleva en la sangre el oficio de delantero centro.
Costó 4,3 millones de euros. Y ahora hasta parece poco. Son muchos los que creen que no durará mucho en el Celta, y bien pudo haberse ido en este mercado de invierno, pero la oferta venía de China. ¿Qué pasaría si una oferta similar llegase desde un país europeo?. No cabe duda de que la aceptaría si el Celta también está por la labor de vender. Su rendimiento es incuestionable. Tiene críticos, porque nadie escapa a la crítica, pero pocos son los que se atreven a cuestionar la idoneidad de su fichaje o su rendimiento.
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