El Celta B arranca la liga como un cohete


Foto: Mora Moralejo/La Voz de Galicia
El Celta B ha comenzado la temporada como terminó la anterior. El equipo entrenado por Alejandro Menéndez alcanzó una puntuación récord en la historia del filial céltico, ganándose el derecho a pelear por el ascenso en una promoción en la que cayó a las primeras de cambios ante el filial del Valencia. Fue un broche un tanto injusto para una temporada para enmarcar. 

El reto para este curso era mayúsculo. El filial sufrió una importante renovación, empezando por el banquillo donde tomó las riendas Rubén Albés, un joven técnico vigués que realizó una gran campaña con el Valladolid Promesas el pasado curso. Se marcharon hombres muy importantes como Borja Fernández o Borja Iglesias, que dejaron el testigo a futbolistas como Brais Méndez o el sorprendente Dejan Drazic, que aceptó jugar en el filial tras estar cedido el pasado curso en el Real Valladolid. 

El comienzo de liga no ha podido ser más prometedor. Una victoria ante el Pontevedra en el debut, un empate un tanto injusto en Segovia en la segunda jornada, y un nuevo triunfo en Barreiro, en este caso frente al simpático Unión Adarve. Tras las tres primeras jornadas, los vigueses suman 7 puntos y se instalan en la zona noble de la tabla. 

Pero ojo, la diferencia entre la campaña anterior y otras precedentes fue saber mantener el ritmo durante todo el curso. Eso es lo verdaderamente difícil. No es la primera vez que el Celta arranca muy fuerte e incluso se sitúa líder o cerca de las primeras posiciones durante las jornadas iniciales del campeonato. Y no siempre bajo esas circunstancias acabó arriba en la tabla, llegando algún año incluso a descender a pesar de un comienzo fulgurante. 

Por lo tanto cabe felicitarse por el gran inicio de liga, y esperar que el equipo sea capaz de mantener el ritmo. Si Drazic es capaz de jugar todo el curso a este nivel de implicación y concentración, será un futbolista que marque diferencias, de esos que dan un salto cualitativo a cualquier equipo. Sin olvidar que el verdadero objetivo de un filial no es ganar partidos, sino formar jugadores. 

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