Nuestro sueño... por la tele


Es inevitable. Entre ayer y hoy han sido muchas las imágenes que se me han venido a la cabeza. He visto a Beavue rematando a puerta en lugar de hacer un mal pase, e incluso he visto a Guidetti reaccionar mejor ante un pase mejorable. He visto ese maldito balón dentro de la maldita portería del Manchester United, que nos habría clasificado por primera vez para una maldita final europea. 

Maldito aquel día, que nos hizo tan felices durante el trámite, y nos dejó tan insatisfechos como orgullosos por su resolución. Esta noche se disputa la final, y es inevitable recordar lo enfadado que estaba con el fútbol aquel jueves casi de madrugada pensando en que esa final de Solna con la que habíamos soñado, la jugarían otros. 

Hoy, 24 de mayo, el celtismo debería de estar recorriendo las calles de Estocolmo. El club estaría tuiteando los momentos previos al partido, el alcalde subido a cualquier sitio que le permitiese dirigirse al celtismo, rascando votos populistas mientras enjuga las lágrimas por la derrota de Susana Díaz en las primarias del PSOE. Hoy era el día perfecto para sacarle la promesa de llegar a un acuerdo con Mouriño por el estadio. 

Sería un día de nervios, con el reloj yendo mucho más lento de lo normal. ¿Puedes sentir ese cosquilleo en el estómago? Son mariposas. ¿Puedes sentir ese nudo en la garganta? No te voy a decir lo que es. Es normal, sería el partido de nuestra vida, como esa primera cita a la que hay que acudir de punta en blanco, a la que no se puede fallar y que recordaremos toda nuestra vida. 

Hoy es ese día en el que besaríamos por primera vez al amor de nuestra vida, porque este día era nuestro. Lo sabe Mouriño y ese reloj que besaba muerte de miedo instantes antes de que Beauvue y Guidetti casi le sacasen los colores. Esta era nuestra final, este era nuestro sueño, este era nuestro partido, y nos tendremos que conformar con ver por la tele a otro con nuestra chica.  

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