Orellana: 5 años maravillosos y un mes para olvidar


Foto: EFE
Ayer se puso punto y final a la etapa de Fabián Orellana en el Celta. El internacional chileno se fue de forma poco solemne, por la puerta de atrás, como tantos grandes se fueron antes. El tiempo pasa, pero a pesar de que las cosas se están haciendo bien en ese aspecto, es imposible evitar casos como los de Orellana, futbolista único, que nos hizo felices durante casi seis años, y que se marchó sin despedirse, casi riéndose de su destino. 

Porque el destino de Orellana no era ese. Tenía un contrato de larga duración, y la intención de poner fin a su carrera en Chile tras estar muchos años en el Celta. Quería volver a su tierra, algo lógico, pero antes quería hacer algo grande en Vigo, una tierra que le ha acogido muy bien, y en la que ha sido feliz durante las últimas temporadas. Pero no pudo ser. 

Su carácter le jugó una mala pasada. Lo fió todo a su talento, creyendo que su categoría como futbolista le daba carta blanca para hacer lo que quisiera. Y no es así. Berizzo tomó una decisión dura, pero correcta. Acertada. Hay ciertas cosas que no se deben permitir en un vestuario, y este caso era uno de ellos. 

No fue la despedida que todos soñábamos. No hubo rueda de prensa, ni carta a la afición. En realidad no hubo nada. Simplemente un sonriente paseo por el aeropuerto de Valencia. Ahora bien, eso no debe ocultar su brillante paso por el Celta. Fue clave para el ascenso en 2012, convertido en uno de los mejores jugadores de aquel gran equipo que construyó Paco Herrera, y en su regreso a Vigo, volvió a ser de los mejores. Luis Enrique no contó con él en un principio, pero rectificó, y Berizzo siempre lo contó entre sus favoritos, hasta que las diferencias comenzaron a ser insostenibles. 

Su talento sobre el terreno de juego, su capacidad para cambiar la dinámica de los partidos, su arte… será difícil de olvidarlo, así que será mejor que recordemos eso, y no su salida. 

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