El plan B muere en la orilla


EFE

Berizzo sabe que el miércoles es El Partido. Es consciente que Balaídos espera una noche que puede ser histórica, de las que dan paso a algo todavía más grande. Por ello, una vez más, apostó por agitar su pizarra al máximo y presentar uno de esos onces habituales en las primeras jornadas de Europa League. Hasta ocho cambios con respecto al equipo que asaltó el Bernabeu hace cuatro días. No parecía el mejor escenario para experimentos Anoeta, pero lo cierto es que salió bien. El plan B plantó cara y sólo el empuje final de la Real Sociedad, unido a un despiste a balón parado, arrebató al Celta el premio a su encomiable partido en Donosti.

Lo cierto es que los primeros minutos invitaron a pensar mucho en la visita a Vallecas de hace ahora 12 meses. El Celta inició desorientado, desdibujado, sometido por una Real Sociedad con un equipo mucho más reconocible. Se aventuraba tormenta en San Sebastián, pero nada más lejos de la realidad. 

Los de Berizzo lograron capear el temporal inicial y empezar a crecer. No iban ni 10 minutos y el Celta ya se había asentado. El Tucu ejercía de titular y comandaba al grupo de menos habituales, arropado por un Pape victorioso en su duelo particular con Canales. La pimienta la ponían Rossi y Pione Sisto. El italiano, sugiere unas ideas de genio, pero le sigue faltando esa chispa que tuvo otrora para convertirlas en algo tangible. Por su parte, el danés se mostró indescifrable en sus regates y fue todo un quebradero de cabeza para Zaldua. Se trata de un chico al que se le adivina un futuro esperanzador a poco que le coja el punto a la liga. 

Señé y Jozabed fueron los más apagados, lo que dio lógica a los cambios de Berizzo en el segundo tiempo. Por entonces, la Real ya había imprimido una marcha más al partido. La entrada de Oyarzabal, el enésimo descubrimiento de Eusebio, volcó el partido sobre la portería de Sergio. Aunque fue Juanmi, en un despiste monumental de Radoja a la salida de un córner, el que desniveló la balanza. Luego Guidetti tuvo el empate en una genialidad, pero no fue posible. El plan B, murió en la orilla.

Será ésta una derrota que se borre fácil de la memoria celeste. Desde el miércoles, en Vigo no se piensa en otra cosa que no sea la visita del Real Madrid. Puede ser el encuentro que devuelva unas semifinales de Copa a la ciudad, sólo un año después, pero con la experiencia adquirida entonces. Demasiado importante para arriesgar, pensaría Berizzo. El argentino parece empeñado en hacer historia con este Celta, y la del miércoles, no anoche, es una oportunidad de oro para empezar a escribirla.

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