El ingrato trabajo de director deportivo


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo
La profesión de director deportivo es compleja. Muchos jugadores optan por el camino de la secretaría técnica cuando cuelgan las botas, en muchos casos compaginándolo con labores de entrenador. Aquellos que alcanzan la élite, como es el caso de Felipe Miñambres, suelen alcanzar buenos sueldos y un trabajo apasionante buscando gangas en el mercado que mejoren al equipo en el que trabajan. 

El problema es que los periodos en los que la mayoría de la gente suele descansar, son los más agitados para un director deportivo. Y las navidades no serán una excepción. En realidad tampoco cuentan con mucho descanso durante el curso, ya que es entonces cuando tienen que peinar el mercado en busca de esas perlas que pueden ofrecer un salto de calidad a los equipos. 

Pero durante las vacaciones de verano, y también en las de navidad, es cuando ese trabajo se tiene que concretar. Los entrenadores afinan sus peticiones, y encargan cosas concretas, y todo se precipita porque Felipe no es el único que busca gangas, y además de encontrarlas tiene que pelear con otros clubes para hacerse con ellas, si es que interesan al cuerpo técnico y si la dirección financiera del club apruebas la operación. 

Felipe lleva bastantes años embarcado en una profesión que suele apasionar a quien la prueba, y este mes de enero tendrá trabajo extra. Berizzo le pide un mediapunta y un extremo derecho, con la particularidad de que el 10 es una posición que quiso reforzar el pasado verano y no fue posible por diversas circunstancias. El Celta tuvo a varios jugadores cerca de estar firmados, pero las operaciones se truncaron, y el mercado de invierno añade la dificultad de que pocos equipos quieren debilitarse en medio de una temporada, por lo que los precios suelen ser más altos que en verano. 

Para él ex del Rayo, esta es su segunda prueba como director deportivo. El pasado verano se ficharon varios futbolistas, pero tan solo Roncaglia está dando un rendimiento inmediato. Los otros eran más bien proyectos de futuro, dada su juventud, así que habrá que esperar un tiempo para evaluar su acierto. El problema del fútbol es que el tiempo no suele entrar casi nunca en la ecuación. Los errores se achacan a la dirección deportiva, pero pocas veces se premia con un halago al director deportivo cuando un fichaje sale bien. Pocos se acuerdan de Felipe cuando Roncaglia hace un gran partido, o cuando Sisto marcó el gol en Cornellá, pero casi todas las miradas apuntan hacia él cuando el internacional danés no está fino. Lo dicho, una profesión compleja, y muchas veces ingrata. 

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