Como conocí a Iago Aspas


Foto: José Lores/Faro de Vigo
Hace pocas semanas, cada vez que el Celta perdía un encuentro o tenía por delante uno importante, sonaba el nombre de Nolito. El andaluz se convirtió durante los tres últimos años en el principal recurso del equipo vigués para lograr la victoria. Cuando un partido se atascaba no había problema si Nolito estaba en el campo. Puede que estuviese haciendo el peor partido de su carrera, pero la tranquilidad que proporcionaba al aficionado su mera presencia era directamente proporcional a la preocupación que creaba en el equipo rival. 

Aquel Celta dependía de Nolito porque se acostumbró a ganar partidos en los que, aún sin brillar, lograba imponerse gracias a una o dos genialidades del de Sanlúcar de Barrameda. Así pues, cuando este verano se fue a Manchester, para muchos quedó un vacío que sería casi imposible de llenar. 

El mejor síntoma para el actual Celta es que hace mucho tiempo que Nolito ha pasado a la historia. Se le recuerda solo cuando se habla del pasado, y no cuando el tema de conversación es el presente o el futuro. Ese hueco lo ha rellenado Iago Aspas. Y se ha hecho fuerte en él.  Ahora la preocupación es cuando Iago Aspas no va a poder estar, por ejemplo el día del Panathinaikos. 

Ayer, por fortuna, estaba, y el equipo lo notó. Se suele decir de un jugador cuando está muy en forma y aporta mucho al equipo, que solo le falta poner el centro y rematarlo, y eso fue exactamente lo que hizo el canterano en el primer gol. Puso un centro que no encontró rematador, pero sí un horrible despeje de Rubén Vezo, y el propio Iago, como si hubiese hecho una pared con un zaguero rival, remató a portería con violencia. Ni el protagonista de “Como conocí a vuestra madre” pudo detener un disparo imparable. 

Un cuarto de hora después combinó de maravilla con Bongonda, con un pase preciso y precioso, de una sutileza infinita, que dejó al belga solo ante Ted Mosby. Esta vez el extremo céltico no perdonó poniendo el 2-0 que dejaba sin capacidad de reacción al Granada. En la segunda mitad aún tuvo tiempo de intentar el gol del siglo con una vaselina de 40 metros. Si le sale, y no faltó mucho, Balaídos se cae. Las gradas viejas y las nuevas. A saber para cuando estarían terminadas las obras.  El celtismo disfrutó de su "Aspas dependencia" y Ochoa pudo conocer a Iago Aspas. Pero no será una historia muy romántica cuando se lo cuente a sus hijos. 

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