Una serie de catastróficas desdichas


Foto: LFP
Dicen que cuando algo puede salir mal, saldrá mal. Desde luego esa fue la sensación que tenía el aficionado mientras veía la catástrofe del Celta en El Madrigal. Es innegable que no fue el mejor día de los celestes, pero la suerte tampoco acompañó, así que el celtismo asistía atónito a un repertorio de golpes imposibles de encajar. 

Desde el gol de Roberto Soriano comenzaron a suceder una serie de catastróficas desdichas que hundirían al más animoso de los optimistas. El segundo gol, con un pase al enemigo de Sisto a Sergio, quien tras ver la repetición en varias ocasiones no queda muy claro lo que pretendía hacer. El caso es que el balón acabó en los pies de Soriano y no falló. 

A eso se suma el tercer gol, con una pérdida de Orellana, con la ausencia total de centro del campo, comprobar que Cabral no es Usain Bolt, y ver como el partido se acaba de ir. La segunda mitad mantuvo la serie de desdichas, con el gol marcado en propia meta por Wass después de un salto bastante curioso de Sergio. Aún quedaba tiempo para una expulsión, y para un último gol con carambola, incluyendo balón al palo y disparo por debajo de las piernas de Sergio, que coronaba una manita. 

El único consuelo es saber que algo así es imposible que se vuelva a repetir. Que las desdichas que han acontecido ayer ya se dieron en otros partidos y se volverán a dar, pero nunca habían coincidido ni coincidirán de nuevo, en el mismo partido. 

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