El último santiagués en el Celta: Más sombras que luces


No han sido a lo largo de la historia muchos los jugadores santiagueses que han militado en el Celta. A pesar de la cercanía,  e incluso de la afinidad que siempre han mostrado ambas ciudades en el terreno de lo futbolístico, la capital gallega no es ni mucho menos una de las grandes proveedoras de jugadores en casa Celta. 

Otras ciudades como A Coruña, Ferrol, Ourense, y por supuesto localidades colindantes como Redondela, Moaña, Porriño o Cangas siempre han tenido mayor tradición de futbolistas del Celta que Compostela. Ayer, el Celta anunció la contratación de Álvaro Lemos, con lo que serán tres los santiagueses en la pretemporada del Celta, ya que a Lemos se unirán Diego Alende y Borja Iglesias. 

Hoy recordaremos al último jugador compostelano que militó en el Celta antes de esta hornada de canteranos: El inefable Rubén González. Fichaje de postín con un Celta recién descendido a Segunda. Mouriño invirtió en un futbolista gallego, ya por entonces tenía entre ceja y ceja aquello de la galleguización del club, y le pagó medio millón de euros al Racing de Santander, y le dio otro tanto de ficha anual al jugador. 

Rubén llegó a Vigo con 25 años, aunque con mayor experiencia a sus espaldas. Ya había debutado en Primera, lo había hecho en las filas del Real Madrid, y había ampliado su experiencia en el Albacete y en el Racing de Santander. Además tenía experiencia en el extranjero tras su breve y poco fructífero paso por el Borussia Monchedgladbach. 

Fue un fichaje muy ilusionante, puesto que era un buen futbolista para la categoría de plata. No tardó en hacerse con la titularidad, y sus declaraciones le servían para meterse al aficionado en el bolsillo. Pero la luna de miel no duró mucho, especialmente tras la llegada de Pepe Murcia, que le dio, junto a Peña, galones en el vestuario céltico. 

Su rendimiento era cada vez más discutido, y la llegada de Eusebio Sacristán lo apartó definitivamente del equipo. Su final en el club fue bastante triste, rodeado de episodios extradeportivos dignos de olvidar, pasó de ser presentado por Stoichkov como un gallego de puro cepa a entrenarse en solitario y con el cartel de transferible. 

Se fue al Mallorca, y pasó varios años en Primera, en las islas y posteriormente en el Osasuna. Tras un breve paso por la liga de Azerbayán, regresó a España para enrolarse en el Real Zaragoza, donde ha pasado las dos últimas temporadas, con escaso protagonismo. 

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