Foto: Celta |
Dice Mariano Rajoy que un vaso es un vaso y un plato es un plato. No pretendemos arrojar luz sobre lo que nos quiere decir ese gran filósofo gallego y político ocasional, pero nos sirve para recordar que una bufanda es una bufanda. Y aunque parezca perogrullo, bueno sería recordarlo porque parece que se ha olvidado.
El episodio vivido durante el último partido jugado en Balaídos debe forma parte de la historia y no volver jamás. Expulsar a alguien de un terreno de juego por llevar la bufanda de una peña celtista no registrada, es un auténtico despropósito que no ayudará en la lucha contra la violencia en el fútbol, y solo servirá para separar y dividir.
Una bufanda es una bufanda. Se usa, originalmente para no pasar frío, pero sus usos son más variados en un estadio de fútbol. El primero señalar cuáles son los colores de cada aficionado, y dentro del estadio para animar y conectar con el equipo, pero una bufanda no deja de ser una bufanda. Las bufandas no hieren, no pegan, no matan. No hay noticias en las que esta prenda sea la protagonista en una agresión, o en una pelea. No es más que un trozo de tela con unos colores. No nos volvamos locos, por favor.
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