Entiendo perfectamente la postura de Nolito, su enfado y su molestia con la prensa, bien sea con la catalana o con la viguesa, si él considera que hacerse eco de las constantes informaciones llegadas desde tierras catalanas es motivo para sentirse ofendido. Lo comprendo y sé que no debió ser nada fácil para él todo lo sucedido en el mes de enero, que además coincide en el tiempo con una lesión que se alargó más de la cuenta.
Comprendo perfectamente que esté muy molesto, y con razón, por las insinuaciones que sobre él se vertieron, acerca de una lesión que en realidad era un castigo, tal y como publicó el diario Sport, e incluso las insinuaciones que realizaron algunos aficionados durante su ausencia. Es normal que este tipo de cosas no gusten, cansen y hastíen. A él y a cualquiera de nosotros.
Por tanto, entiendo perfectamente su monumental enfado, escenificado ayer ante la prensa viguesa, que trató su asunto con bastante respeto, por cierto, pero que forma parte del gremio que pisotean cada día sus colegas catalanes de Mundo Deportivo y Sport. Ahora bien, la bola de nieve se pudo haber parado antes de convertirla en lo que llegó a ser. Posar con la portada de El Mundo Deportivo en la que él y el interés del Barcelona eran los protagonistas, tal vez no fue una buena idea, y también pudo desmentir de forma más tajante la noticia de su fichaje por el Barcelona cuando el 13 de enero el diario Sport lo dio por hecho. Bastaba con salir y decir que no era cierto y que quería seguir en Vigo para que todo se calmase.
Desde el Celta se prefiere no atajar este tipo de informaciones. Se deja que la bola de nieve crezca y luego se aclara, cuando ya ha pasado la tormenta. Se agradecen estas aclaraciones, aunque lleguen tarde, pero se evitarían malos entendidos zanjando la situación en su etapa inicial. No es necesario salir al paso de cualquier rumor que se publique, porque no sería sano, pero tal vez no fue prudente esperar al 25 de febrero para que Nolito aclarase en rueda de prensa su punto de vista.
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